En Nicaragua, los vendedores ambulantes son una parte importante de la economía que el régimen de Daniel Ortega llama de manera rimbombante modelo de “economía creativa”. 

Para un economista que pide hablar bajo identidad reservada, el régimen esconde a través de esa narrativa una cruda realidad: no hay empleos. “La economía en casa naufraga, aunque los indicadores macroeconómicos estén estables, hemos exportado mano de obra barata y con eso llegan las remesas que le son millones al régimen”, comenta el especialista. 

Una sindicalista que se ha alejado de las organizaciones cuya inactividad favorecen ahora al régimen como “sindicatos blancos” señala que “suena bonito el nombre de economía creativa, pero es gente de a pie con ingresos que además de bajos son inestables, sin seguridad social, ni otras prestaciones”.

“Un trabajador informal tiene que pasar largas jornadas de trabajo, a veces bajo sol, altas temperaturas y a veces lluvias. Hay días que pese a eso, no se gana. No llevan el pan de cada día a casa porque además, en ese trabajo si están friendo y comiendo. Si no se gana, no hay comida”, explica. 

Vida dura 

Antonio se gasta los zapatos recorriendo diez horas diarias las calles de León, como vendedor ambulante, ofreciendo comida rápida como: pizzas, churros, y hamburguesas. Sin un establecimiento fijo,  su jornada empieza a las 8:00 de la mañana y finaliza a las 5:00 de la tarde. Una jornada dura para poder garantizar su comida, medicina y productos de primera necesidad.   

“Esta semana me puse como meta vender unos 30 churros diarios. Los encargos a una panadería que me los deja en ocho córdobas y los vendo a 15 para ganarle siete  a la unidad. No me comprometo a agarrar más porque las ventas están malas”, explica. 

Antonio invierte 240 córdobas en su pequeño emprendimiento. Calcula que en los días buenos cuando logra vender todo, le quedan ganancias de 210 córdobas. Con ellos se alimenta, compra su tratamiento para tratar su problema de ansiedad e hipertensión y otros gastos.   

Confesó que también hay días malos que no vende ni para la comida del día.  “Las ventas han bajado. La gente está palmada y preocupada por los gastos de las promociones y la comida. Hay días que ni siquiera sacó lo del producto y me toca hacer un tiempo de comida, y hago de tripas corazón para sobrevivir”, cuenta el experto en economía

Para poder obtener algo de recursos, este vendedor ambulante se la tiene que ingeniar haciendo otros trabajos: “si me va mal distribuyo pan y ofrezco mi servicio de mesero para eventos. Hay que sobrevivir de cualquier manera”, señala.     

El leonés de 39 años, es técnico en computación, pero no ha logrado conseguir una plaza de trabajo. Su caso se ubica entre el 80% de la fuerza laboral del sector informal del país, que solo le permite generar ingresos menores a los 7 mil córdobas al mes, un salario promedio de los vendedores ambulantes que no cubren ni la mitad del costo real de la canasta básica.  

El salario promedio de un vendedor ambulante en Nicaragua es menor a los 8 mil córdobas al mes. Sin embargo, este salario puede variar dependiendo de varios factores, el movimiento económico del día, el tipo de producto que ofrece el vendedor, y lo más importante, descontar lo invertido en el producto comercializado.

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Por ahora este vendedor ambulante no ve la oportunidad de crecer en este sector de la llamada “economía creativa”.  Asegura que hay temor en invertir hasta en pequeños negocios ante la incertidumbre política que se vive en el país, por las confiscaciones y la persecución política.