El espíritu de camaradería y amistad prevaleció sobre las diferencias políticas este fin de semana en Managua, Nicaragua, donde se celebró un Campeonato Internacional de Fútbol como preámbulo a los Juegos Olímpicos de París 2024, el cual fue anunciado el martes 16 de abril en el teatro Bernard-Marie Koltés de la Alianza Francesa. En un ambiente de cordialidad y deportividad -algo escaso entre las delegaciones diplomáticas acreditadas por el sandinismo-, catorce equipos integrados por miembros del cuerpo diplomático acreditado en el país se enfrentaron en una competencia que no solo resaltó el talento deportivo, sino que también promovió la “inclusión y la unidad entre naciones”.
Organizado por la embajada de Francia en Nicaragua, con el apoyo de la alcaldía de Managua, el torneo atrajo la atención de la comunidad internacional y los medios oficialistas, que compartieron la noticia una y otra vez. La alcaldesa de Managua, Reyna Rueda, destacó la importancia de este evento para promover “la salud a través del deporte y fortalecer los lazos entre países”. “Como país siempre promovemos la unidad, la armonía y estos encuentros nos permiten darnos cuenta que unidos podemos hacer grandes cosas”, expresó la edil.
La embajadora de Francia en Nicaragua, Sonia Doña Pérez, resaltó el mensaje de respeto mutuo y amistad que transmitió el torneo, subrayando la importancia de “superar las diferencias” a través del deporte. La presencia de equipos mixtos, con participación tanto de hombres como de mujeres, enfatizó la inclusión y la igualdad de género en el ámbito deportivo, pero solo medios de comunicación ligados al Estado tuvieron acceso al encuentro, y la prensa francesa.
Ayer participé en un Torneo Relámpago de fútbol, organizado por la Embajada de Rusia y donde participamos distintos embajadores de diversas naciones en Nicaragua. ⚽️
— León Fredy Muñoz (@LeonFredyM) February 12, 2023
Compartimos un rato muy agradable y mediante el juego, logramos un importante ejercicio de unión y amistad. 🤝 pic.twitter.com/CL96gfDxf3
El embajador de Colombia, León Freddy Muñoz, compartió la visión de que el deporte es una “herramienta fundamental” para promover el diálogo y la paz entre naciones, independientemente de las diferencias ideológicas. Esta perspectiva fue respaldada por el embajador de la Unión Europea en Nicaragua, Fernando Ponz Cantó, quien destacó el ambiente de camaradería y fraternidad que reinó durante el torneo, que tuvo el beneplácito del oficialismo, con la coordinación de la municipalidad capitalina, a cargo del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).
La competencia culminó con la victoria de Honduras, quien se coronó campeón al derrotar a Costa Rica en la final. Nicaragua, representada por funcionarios municipales, logró un “destacado” tercer lugar. Además del aspecto competitivo, el torneo también incluyó actividades paralelas, como partidos entre niños con capacidades diversas, promoviendo la inclusión y la igualdad de oportunidades para todos los participantes, con el apoyo del Fondo de la Organización de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).
“Los Juegos (Olímpicos) son símbolos de amistad, son símbolos que podemos juntos jugar, que podemos juntos y juntas dialogar. Claro que sí, hay diferencias, y nosotras y nosotros aquí podemos demostrar que hay muchas diferencias, pero no son diferencias que no se pueden superar”, dijo a la AFP la embajadora francesa en Managua, Sonia Doña Pérez.
Una realidad que contrasta el torneo
Las relaciones del régimen de Ortega-Murillo con delegaciones diplomáticas y naciones democráticas han sido marcadas por tensiones y confrontaciones que han llevado a rupturas sonantes y comunicados cargados de ataques más que de diplomacia. La expulsión de organismos internacionales de derechos humanos como la Oficina del Alto Comisionado de la Organización de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OACNUDH), así como de misiones de observación electoral y la Organización de los Estados Americanos (OEA), ha sido un punto crítico en estas relaciones. Los constantes cuestionamientos a la legitimidad de gobiernos democráticamente electos, sumado a la represión de protestas y la persecución de disidentes políticos, han generado un clima de desconfianza y distanciamiento con importantes actores internacionales.
La retórica beligerante del sandinismo ha exacerbado aún más estas tensiones, con acusaciones infundadas y descalificaciones personales contra representantes diplomáticos y líderes de naciones democráticas que han expresado preocupación por la situación en Nicaragua. Esto ha resultado en la retirada de embajadores y en la disminución de la cooperación bilateral, afectando no solo las relaciones diplomáticas, sino también la reputación internacional del país, su cooperación y la economía. En lugar de buscar el diálogo y la reconciliación, el régimen ha optado por el enfrentamiento, profundizando el aislamiento de Nicaragua en la comunidad internacional y obstaculizando cualquier intento de restaurar la democracia y el respeto a los derechos humanos en el país centroamericano.