La Iglesia católica de  Nicaragua enfrenta   persecución ininterrumpida por la dictadura  de Daniel Ortega y Rosario Murillo, según el último informe de agresiones a la Institución de la investigadora  Martha Patricia Molina.

Las relaciones entre la Iglesia y el sandinismo nunca han sido las mejores.

Tras el derrocamiento de la dictadura de Anastasio Somoza, en 1979, el difunto cardenal Miguel Obando y Bravo, arzobispo de Managua, sirvió como mediador con los representantes del Frente Sandinista de Liberación Nacional, entre ellos Ortega, para evitar un mayor conflicto político y derramamiento de sangre.

La tranquilidad duró poco, luego la Iglesia comenzó a oponerse a los actos de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional, el gobierno transitorio que presidió Nicaragua hasta 1985. Las críticas le costaron a los religiosos agresiones como los que se registran en la actualidad.

En 1983, el papa Juan Pablo II fue testigo del ambiente tenso  y hostil en el país durante su primera visita a Nicaragua. El pontífice recordó después esa jornada como “la gran noche oscura”, pues los sandinistas no le permitieron celebrar su misa en paz.

Pese a las tensiones, la Iglesia, particularmente el cardenal Obando y Bravo, fue esencial en la mediación de los Acuerdos de Paz que llevaron a  elecciones democráticas de 1990 en las que el sandinismo perdió el poder.

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Ortega, al regresar al poder quiso “cautivar”  a la iglesia Católica.

A partir de su derrota, Ortega trató  de seducir a la Iglesia para volver a ganar, pero ni el perdón público que hizo Ortega pudo conquistar a los religiosos como Obando y Bravo, quien sutilmente se refirió a Ortega como una “víbora” que moría de frío y les advirtió a los nicaragüenses que no confiaran en él.

Ortega recuperó  el poder en 2006, el acoso contra la Iglesia católica no se hizo esperar, pero los religiosos no se escondieron.

Aunque,  el Cardenal  Miguel Obando y Bravo y  un grupo de  sacerdotes afines de Daniel Ortega terminaron a los pies  de Daniel Ortega, que implementó un sistema prebendario    para atraer a los místicos, entre ellos,  cargos públicos para sus familiares y allegados.

A principios de la década pasada, monseñor Silvio José Báez advirtió que Ortega personificaría un “totalitarismo encubierto”, lo que contribuyó para que fuera fichado como el obispo más crítico de Ortega.

Religiosos nicaragüenses salieron en defensa del pueblo en 2018.

En 2018, tras el estallido social desencadenado por la reforma al seguro social, los religiosos encabezados por monseñor Báez salieron en defensa de los manifestantes y sirvieron de mediadores para buscar una salida.

Sin embargo,  el propósito quedo fallido por la obcecación de la dictadura de mantenerse en el poder a cualquier costo.

“Los obispos  le dijo al régimen orteguista que si sentía que no estaba en capacidad de gobernar y que la situación se salió de sus manos entregaran el poder de manera pacífica y se celebraran elecciones transparentes.

La pareja de autócratas como parte de  su campaña de odio y venganza contra la Iglesia,  expulsó del país a monseñor Waldemar Stanisław Sommertag, representante del Vaticano en Nicaragua.  Sus relaciones con Ortega no eran buenas, pero la Santa Sede recibió con asombro la medida y la tachó de “incomprensible”.

Mientras  la Asamblea Nacional  controlada por la pareja dictatorial  inhabilitó la orden de Santa Teresa de Calcuta, que obligó a las monjas misioneras de la Caridad a abandonar Nicaragua.

El obispo Báez  se convirtió en una de las  figuras más incómodas para Ortega y Murillo y  tuvo que salir de Nicaragua por solicitud del papa Francisco. Ahora que la represión se ha reactivado,  son los religiosos las principales víctimas.

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Iglesia católica de Nicaragua vive  “crucifixión”  de la dictadura orteguista 8

Asechanzas a la Iglesia Católica se mantienen en la actualidad.

Darío Medios Internacional, conversó con el periodista y confinado político Héctor Mairena  sobre la campaña de odio de los tiranos contra  la Iglesia y aseguró que es  “innegable”,  la persecución contra la institución  en particular.

“En estos días, en necesario recordar,  que la dictadura de los Ortega- Murillo encarceló a dos obispos, Isidoro  Mora y Rolando Álvarez  y luego los expulsó del país”, destacó.

Señalo que antes, había obligados al exilio al obispo Silvio José Báez. Además, confinó a decenas de religiosas y religiosos católicos del país.

Por lo tanto, está claro que la dictadura de los Ortega- Murillo, ha pretendido “crucificar”  a la Iglesia Católica,  mediante  amenaza,  asedio, prisión y exilio.

Igualmente, hay que recordar que el régimen sandinista  también  congeló las cuentas bancarias de las diferentes diócesis y parroquias de Nicaragua.

Obispo Rolando Alvarez
Iglesia católica de Nicaragua vive  “crucifixión”  de la dictadura orteguista 9

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Dictadura prohibió más de 5 mil procesiones tradicionales.

Determinó que los déspotas han  impedido y prohibido que en estos días de Semana Santa se realicen más de 5 mil procesiones,  que son absolutamente tradicionales.

De tal forma, que sí la iglesia está sufriendo “crucifixión”  de parte de la dictadura.

Pero no solamente ella, también   “misioneros evangélicos”,  que fueron encarcelados y criminalizados por Daniel Ortega y Rosario Murillo, ambos acusados por organismos de derechos humanos de cometer delitos de lesa humanidad en contra de los nicaragüenses.

Sostuvo que  importante tener en cuenta que en estos días de la semana Santa,  hay una “enseñanza” de la Semana Santa”,  es que hay resurrección”.

Ultimó  el desterrado político que no tiene  la menor duda que el pueblo nicaragüense y la Iglesia Católica perseguida,  resurgirá  y “vamos a conquistar una Nicaragua democrática”, “con libertad religiosa, plena justicia y libertad”.

La fe está prohibida en Nicaragua.

En esta Semana Santa 2024, los templos católicos se mantienen bajo férrea vigilancia policial,  mientras las emblemáticas procesiones son realizadas por la feligresía a lo interno de los templos.

Los fieles, no han cedido en su fe, y desafiando el acoso y amenazas han llenados los santuarios para participar en las peregrinaciones de sus santos, propios de la cuaresma.

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