Destierro, persecución, asedio, campaña sucia, agresiones físicas y verbales han sido parte del coctel de represión que el dictador Daniel Ortega, ha “recetado” a los miembros de la iglesia Católica en Nicaragua, sumado a la estocada que insinuó este jueves la vicedictadora, Rosario Murillo, al mencionar el fin de “los cristales rotos” (persecución), como pretensión de una iglesia sumisa ante su poder.

Y es que las agresiones contra el clero católico, no es nada novedoso en la era represiva de la actual dictadura sandinista, sino que las hostilidades iniciaron desde el primer mandato de la revolución sandinista, cuando tomaron el poder en Nicaragua a través de las armas, con el apoyo mayoritario de la población para derrocar a la dictadura somocista. En los primeros años, ocurrió un episodio para la historia, contra el entonces padre Bismarck Carballo.

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El sol caía sobre aquella Managua calurosa del 12 de agosto de 1982, en una casa de residencial Las Colinas, el ruido fino de unos platos con cuchillos y tenedores se escuchaba, como señal de un almuerzo muy ameno, puesto que Carballo degustaba junto a su anfitriona Maritza Castillo, sin imaginar que aquella invitación era una trampa.

La puerta principal fue abierta abruptamente de una patada, era un hombre identificado como Alberto Téllez Medrano, quien “reclamó” a Castillo y seguido golpeó al religioso, asegurando que tenía un idilio amoroso con su pareja. Luego llegó la policía sandinista, y sacaron al padre a golpes y desnudo a la calle, justamente ahí estaban los medios oficialistas para tomar las fotos para la portada.

Al salir a luz pública la agresión oficialista contra el sacerdote, el Cardenal Miguel Obando y Bravo, condenó el acto barbárico, el cual lo consideró como un complot del gobierno entrante contra la Iglesia.

Un año después, durante la visita del Papa Juan Pablo II, en marzo de 1983, los sandinistas boicotearon la misa oficiada por el sumo pontífice en Managua, pero ahí no paró todo. Las agresiones subieron de tono, cuando monseñor Pablo Antonio Vega, se convirtió en el primer sacerdote expulsado del régimen comunista de los sandinistas el 4 de julio de 1986. En ese entonces las críticas de la Conferencia Episcopal no cesaban contra los abusos del primer gobierno sandinista, lo que llevó incluso a cierre en varias ocasiones de Radio Católica de Nicaragua.

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Vuelve el fantasma de las agresiones a la iglesia

Y es que desde que Ortega recuperó el poder en 2007, gracias al pacto con Arnoldo Alemán del PLC, las tensas relaciones continuaron, y durante la crisis política del 2018, se recrudecieron al punto que las turbas sandinistas agredieron físicamente a monseñor Silvio Báez, al padre Edwin Román y restos de sacerdotes en la Basílica de Diriamba el 9 de julio de 2018, durante una mediación.

El 8 de julio de ese mismo año, la Iglesia Magdalena de Monimbó, en Masaya, fue abierta a patadas por paramilitares, encapuchados quienes torturaron al cura párroco, Pedro Méndez, incluso le metieron la punta de un AK en la boca y le quebraron varias costillas, actualmente este sacerdote dejó su iglesia por seguridad.

Más de 20 sacerdotes han sido obligados al exilio y desterrados por el régimen
Más de 20 sacerdotes han sido obligados al exilio y desterrados por el régimen

El conteo de agresiones continua, pues en noviembre de 2019, le correspondió el turno al padre Edwin Román, cura párroco dela iglesia San Miguel de Masaya, a quien el gobierno lo mantuvo secuestrado junto a otros feligreses en su propia parroquia por varios días, además le mandaron a cortar los servicios de agua y electricidad, mientras el templo se mantenía sitiado por los uniformados sandinistas.

El 18 de noviembre de ese mismo año, los orteguistas atacaron en Managua, ahí se registraron las agresiones contra el padre Rodolfo López y la monja Arelys Guzmán, en la Catedral Metropolitana de Managua.

Hasta irrumpen en una misa

En 2020, exactamente el primero de marzo, Día Nacional del Periodista en Nicaragua, las turbas sandinistas entraron a la Catedral Metropolitana de Managua, para boicotear la misa de cuerpo presente del poeta y sacerdote Ernesto Cardenal, ese día golpearon a los presentes y a los mismos periodistas que cubrían dicho evento.

Los más reciente fue el destierro de monseñor Rolando Álvarez, después que la dictadura lo mantuvo secuestrado desde agosto de 2022, mientras las actividades religiosas siguen prohibidas de forma masivas.

Y es que las agresiones contra la iglesia Católica en Nicaragua, no han cesado por parte de la dictadura sandinista, y cada año suben de tono, incluso las tensiones también se han elevado contra el Vaticano. Según investigación de la abogada Martha Patricia Molina, exiliada en Estados Unidos, desde 2018 ha habido 740 ataques contra la iglesia Católica en Nicaragua y 175 sacerdotes y monjas han sido expulsados o prohibido su ingreso este país centroamericano.