La aparición de Laureano Ortega Murillo en sustitución de su padre, Daniel Ortega Saavedra en un acto público el pasado 15 de noviembre, ha generado señalamientos sobre la sucesión dinástica que se gesta dentro de “El Carmen”.

Según el politólogo y ex precandidato a la presidencia Félix Maradiaga, los intentos del dictador Daniel Ortega por instaurar una dictadura dinástica en Nicaragua se destacan como un “capítulo oscuro”; afirma que tales esfuerzos primeramente recayeron en la designación de su esposa, Rosario Murillo, como vicepresidenta en 2016.

“Este movimiento recuerda dolorosamente la dictadura de los Somoza”, señaló Maradiaga, destacando además a DaríoMedios que “en Nicaragua, se está marcando un paralelo irónico y alarmante. Ningún dictador en la historia de Nicaragua había llegado a los extremos de colocar a su pareja como vicepresidenta”.

“Este proceso de consolidación dinástica incluso ha socavado las estructuras del Frente Sandinista, priorizando los intereses familiares sobre los del partido sandinista, por ejemplo, vimos como los Ortega-Murillo incluso están persiguiendo a sus antiguos aliados”, añadió.

Una terrible noticia para el futuro

El fantasma de la vieja dinastía pareciera rondar las avenidas, los pasillos de cada infraestructura estatal, al igual que las mentes de los mismos funcionarios públicos de más alto nivel quienes han demostrado la máxima adoración al proyecto familiar de los Ortega-Murillo, que, siguiendo los pasos del somocismo reviven casi cada pedazo de la historia nicaragüense del Siglo XX.

“La transición hacia una plena dictadura familiar es una terrible noticia para el futuro de Nicaragua”, continuó el político nicaragüense, recalcando que en su afán por perpetuar su linaje en el poder, el régimen ha superado a otras dinastías del pasado en Nicaragua y en América Latina.

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Politólogo Félix Maradiaga. FOTO/CORTESÍA

“El camino de Ortega hacia una transición dinástica es bipartito. (…) Ortega está entregando a NICARAGUA a cambio de poder consolidar una dictadura familiar protegida por China Rusia e Irán. Preparar el terreno para su hijo Laureano Ortega. Sin embargo, este último enfrenta importantes obstáculos, incluyendo la falta de apoyo dentro del sandinismo histórico y su desconexión con las bases del movimiento, evidenciada por sus lujos y extravagancias”, señaló.

Maradiaga concluyó en lo “esencial” que se convierte -a raíz de esto último- “enfrentar el proyecto dinástico de los Ortega desde una perspectiva internacional sistémica”, comprendiendo los vínculos que mantiene con China, Irán y Rusia.

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“Solo una estrategia internacional, coordinada con la resistencia cívica de nosotros los mismos nicaragüenses, podrá desafiar efectivamente este intento de perpetuar una dinastía familiar en el poder y evitar más sufrimiento para el pueblo nicaragüense”, finalizó.

Ortega y Murillo “están probando el terreno”

Por otro lado, el diplomático nicaragüense en el exilio, Arturo Mcfields, visualizó algunos aspectos importantes referente a la panorámica, en la cual el sistema dictatorial quiere fortalecer la imagen de sucesores numerados en el cual Laureano vendría a ser el número tres de la dinastía orteguista.

“Por un lado Ortega mete el pedal y acelera en el posicionamiento que quiere darle a Laureanito dentro de la estructura de poder dinástica, entonces se ve en la necesidad de fortalecer esa imagen que por diversas razones se ve como el número tres, como el número cuatro como el número 2, entonces tal vez quieren fortalecer la idea de que realmente él va a ser el sucesor”, añadió.

“Están probando el terreno a ver cómo reaccionan algunos actores”, afirmó Mcfields.

Laureano Ortega Murillo apareció ante medios de comunicación oficialistas entregando una flota de “nuevos” buses chinos, el pasado 15 de noviembre, y al mejor estilo de su padre, acentuó la historia de “buenas relaciones” que Nicaragua ha tenido con la República Popular China, especialmente entre los partidos que dominan a los dos países.