En su homilía del XXVIII domingo del tiempo ordinario monseñor Silvio Báez, obispo auxiliar de Managua, reflexionó sobre las ambiciones desmedidas de dinero y de poder que oscurecen el corazón y la mente de los hombres y que son además cegados por la crueldad.

“Incluso hay gente que tiene el corazón y la mente tan oscurecida por sus ambiciones desmedidas de dinero y de poder y tan cegados por su crueldad (…) convierten la convivencia social en un triste velorio construido sobre el miedo, la mentira, la amenaza y la represión violenta”, dijo monseñor Báez.

Lamentó que “muchos de nuestros pueblos no viven un momento de fiesta, sino de tristeza. Sin embargo, habrá fiesta. Es posible cambiar la tristeza en gozo y el miedo en esperanza. La invitación de Dios a la fiesta del amor y de la fraternidad, de la justicia y de la libertad sigue en pie. Y él nos ayudará a celebrarla”.

El mensaje del líder religioso emitido desde su exilio en Estados Unidos, refleja la realidad que vive el pueblo nicaragüense, el cual está sumido bajo la dictadura de Daniel Ortega y sufre una crisis humanitaria de pobreza, desplazamiento forzado, encarcelamientos a sacerdotes, laicos y opositores, entre otras violaciones a los derechos humanos.

El régimen de Ortega mantiene además una guerra frontal desde 2018 contra la iglesia católica, pero que ha arreciado este 2023, ya que hasta ahora se contabilizan 13 sacerdotes encarcelados, incluido monseñor Rolando Álvarez, obispo de la Diócesis de Matagalpa, condenado a 26 años y cuatro meses de cárcel.

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Monseñor Silvio Báez: “la ambición oscurece el corazón del hombre” 2

Al concluir su mensaje dominical, el obispo recordó el mensaje de Santa Teresa de Jesús, a quien se celebra hoy. “El Señor no se acuerda de nuestra ingratitud (…), nunca se cansa de dar, ni se pueden agotar sus misericordias, no nos cansemos nosotros de recibir”.

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Con este mensaje de Santa Teresa de Jesús, monseñor Silvio Báez recuerda que Dios siempre busca una hendija donde entrar a nuestras vidas y menciona que eso es lo que la sociedad debe hacer, no cansarnos de predicar el amor de Dios aunque la gente tenga el corazón oscurecido. Porque al final todos somos iglesia y todos somos hijos de Dios.