En Venezuela, los adolescentes se ven en la necesidad de trabajar para ayudar a sus familias a cubrir las necesidades básicas, frente al acelerado aumento de la inflación. 

“Trabajo para mi familia, para ayudarla, y no solo para ellos, sino para mí, para mis usos personales, ya que a ellos el salario no les alcanza y yo tengo que buscar mi manera de trabajar para mí”, cuenta Jhonkleyver Chirinos quien a sus 16 años, trabaja ocho horas diarias en una ferretería administrada por uno de sus familiares. 

Dentro de unas semanas volverá al colegio, y aunque cursará el último año de secundaria, no tiene planes de ir a la universidad.

En la última década este fenómeno se ha acentuado, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Juventud, elaborada por la Universidad Católica Andrés Bello. Según los datos del estudio, el número de jóvenes que alcanzó un nivel universitario o técnico pasó de 30% en 2013 a 19% en 2021.

“Las familias no tienen la capacidad económica, e inclusive, emocional de mantenerse y de llevar un estilo de vida mínimamente saludable. Tanto niños, como adolescentes, incluso desde edades bastante tempranas, se han visto en la necesidad de asumir roles que no les corresponden”, detalla la psicóloga Rosa Pellegrino, miembro de los Centros Comunitarios de Aprendizaje (Cecodap)

Tomada de: VOA.