Una de las principales consecuencias de la migración es la división de las familias, la que se da muchas veces por largos períodos de tiempo, por lo general antes de dar el paso a esta dura decisión la misma es tomada dentro del núcleo familiar, más aún cuando hay hijos menores y la forma de emprender el camino no es la más cómoda para ellos, o bien, cuando quien decide migrar sabe que donde llegará no podrá contar con las condiciones mínimas que necesita un menor para su atención y cuidado. Es en este escenario que el papel de los abuelos toma protagonismo, quienes por amor asumen el papel de crianza por segunda vez en sus vidas.

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Retos en una tarea dulce amarga

Son muchos los retos que se presentan en esta dura realidad los que pasan inclusive sobre la salud de los abuelos, quienes se encuentran en una etapa de su vida en la que sus condiciones físicas no son las mismas que las que tenían cuando cuidaron a sus hijos; otro reto es la brecha generacional existente entre ambas generaciones, la que en ocasiones genera dificultades de comunicación e inclusive limitaciones para poder asistirlos en su educación y apoyo escolar; por otra parte se manifiesta el costo emocional por parte de los abuelos de tener que procesar el duelo de la partida de sus hijos, el que se ve duplicado al tener que ser el soporte dentro de este proceso con sus nietos.

Dejar atrás sus vidas

Muchos de estos abuelos y abuelas visualizaron esta etapa de sus vidas diferente, simplificar sus responsabilidades, llevar una vida más pausada y tranquila, lo que se ve frustrado ante esta situación, privándoles inclusive de disponer de sus propios recursos económicos para ellos mismos, ya que muchas veces deben completar para las necesidades de sus nietos cuando la remesa no alcanza o se presentan imprevistos, generando dentro de sí muchos sentimientos que incluyen el resentimiento, la culpa, la perdida y la pesadumbre.

Necesidad de autocuidados

Es importante que los abuelos y abuelas puedan adoptar hábitos, aunque sea pequeños, de autocuidado que contribuyan a su bienestar, tales como: contar con un apoyo familiar para tener espacios de descanso, realizar alguna actividad placentera como bailar, escuchar música, conversar con amigos; no ocultar ningún malestar físico o de salud y sincerarse con sus hijos al respecto, entre otros.

La migración no solo separa a las familias, altera los vínculos familiares y en estos casos cambia el rol que se tiene dentro de la unidad familiar, lo que se agrava cuando las circunstancias son tan desfavorables como la persecución, deportación o exilio.