La madrugada del 21 de diciembre de 2021, la ciudad sureña de Rivas, se despertó con horror, al descubrir el cuerpo inerte de una mujer con el rostro desfigurado, bañada en sangre, tirada en plena vía pública, y la conmoción fue mucho mayor al enterarse que la víctima era una joven conocida que se ganaba la vida echado tortilla.
Se trataba de Maykell Dayana Grillo Traña, de 32 años. La escalofriante escena fue descubierta por un taxista que pasaba por la zona del crimen, cuando vio a un hombre de rodillas llorando sobre el cuerpo inerte de la mujer, mientras aseguraba que unos delincuentes la habían violado, robado y asesinado, el doliente se trataba de la pareja de la fallecida, Carlos Manuel Rivera Gómez de 31 años.
Cuando llegó al lugar de los hechos un equipo Técnico de Investigación Policial, conformado por investigadoras de la Comisaría de la Mujer, oficiales de Auxilio Judicial y peritos de criminalística, inmediatamente sospecharon de Rivera Gómez, porque toda su ropa estaba manchada de sangre y bajo los efectos de alguna sustancia. Al final se confirmó el hecho de sangre fue perpetrado por este sujeto quien fue apresado y condenado por femicidio.
Vivían en constantes discusiones
Según algunos testimonios de vecinos, desde hace unos cinco años, ambos vivían juntos en el barrio Nicaraocalli, jurisdicción del municipio de Rivas, pero la relación iba de picada porque había constantes pleitos por las adicciones del hombre, por lo que el individuo quiso poner fin a su relación de una forma muy violenta.
Ese funesto día, Grillo salió por última vez de su casa con rumbo al puesto donde vendía tortillas, con la intención de limpiar su pequeño local y prepararlo para el día siguiente, pero no se percató su pareja iba detrás de ella con un garrote en mano.
Quiso engañar a la Policía
La acusación del Ministerio Público en ese entonces relata que de pronto la mujer recibe un contundente golpe en la cabeza con una raja de leña y cae al suelo, enseguida el agresor le descarga una serie de garrotazos en el rostro a su víctima, hasta desfigurarla. No bastando eso al femicida, le propinó seis machetazos en la cara, luego tomó un tizón prendido del fogón y quemó sus partes íntimas.
Después de asegurarse de su muerte, la desnudó completamente, le quitó su celular y enterró el machete aproximadamente a 10 metros de la escena del crimen, luego regresó a su casa a quitarse la ropa manchada de sangre para guardarla. Luego regresó y se puso junto al cuerpo de su víctima, le levantaba sus manos y pedía auxilio, y gritaba que su esposa había sido víctima de unos delincuentes.