Mientras el mundo observa con preocupación, el Tapón del Darién se ha convertido en un infierno de esperanza y desesperación. La aterradora cifra de niños que lo cruzan se ha multiplicado por cinco.

El Tapón del Darién es la única ruta terrestre que conecta a Suramérica con Estados Unidos.

Son ríos de gente atravesando la selva, pero el número de niños cruzando se multiplicó por 5, más de 88.000 menores han arriesgado sus vidas en esta travesía mortal.

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Muchos de los migrantes adultos van acompañados de menores de edad y se detienen en Bajo Chiquito, un pueblo panameño en medio de la nada al que los migrantes llegan como muertos en vida, después de caminar por días en medio de la selva.

Travesía mortal

Centenares de migrantes salen de la selva del Darién por aquí, deshidratados, exhaustos, embarrados y al límite de sus fuerzas, no hay palabras para describir lo que se ve en este lugar.

Comiendo una vez al día, rociando un repelente para serpientes antes de acampar en la selva, rezando porque el río no creciera en medio de la noche, quizá para proteger a sus hijos de tanta adversidad, algunos padres los convencen de que todo esto es un “juego”.

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Pero cruzar la selva del Darién no es un juego, hay mil historias sobre este lugar, pero hay que verlo para entender que ninguna lo describe realmente, pues es el infierno en la tierra para los migrantes.

Un infierno al que cada vez entran más niños, un infierno que ocurre frente a la vista del mundo entero y que nadie pareciera capaz de contener.

Muchos niños no salen con vida de la selva del Darién

“Ir con niños es un riesgo bastante bravo, no se lo deseo a nadie. ¡No pasen esa selva con niños!”, comenta un inmigrante Venezolanoa de 33 años que viaja con su familia hacia Estados Unidos a medios internacionales.

Va con sus dos hijos de 4 años y 22 meses de edad junto a su esposa de 26 años y un cuñado. “Vi en la selva niños muertos. Cada vez que avanzábamos podía contar los cuerpos entre niños, mujeres y ancianos que yacían dentro de carpas”, relata el joven, quien además contó que su esposa perdió las uñas de los pies a causa de la humedad reposada en sus botas de caucho.