Han pasado más de 90 años desde que se construyó el famoso reloj de Diriamba en Carazo, Nicaragua, un símbolo de orgullo para los habitantes de esta fresca ciudad, cuya obra ha soportado huracanas, temblores, asoleadas y todas las hostilidades de la naturaleza, incluso la manipulación de las dictaduras de turno.
Para el diriambino Carlos Baltodano, el reloj ha sido una apoyo cuando sale de su casa apurado a trabajar, a veces se monta en una mototaxi y entre el caserío se observa el imponente monumento del reloj que marca la hora exacta. “Desde casi diez cuadra se logra apreciar, a veces cuando se me olvida el celular y se me pierde, salgo de mi casa y solo veo la hora en esa torre y calculo la entrada de mi trabajo”, comentó.
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“Este reloj no solo sirve para la gente del campo que no usa reloj, sino tambien para los de la ciudad, al pasar el tiempo ha experimentado modificaciones en su aspecto y maquinaria, y desde que se construyó ha sido una atracción turística para los visitantes. La verdad que si ese reloj llega a caer o que algún gobierno lo destruya, sería muy triste para nosotros los diriambinos porque esa torre es parte de nuestra historia y es un orgullo”, expresó el poblador.
Cuenta la historia que durante la época del auge del café entre Nicaragua y Europa, en el año 1904 surgió la idea de Alejandro Alemán y María del Pilar González en proponer la construcción de la torre como un ícono de la ciudad de Diriamba, pero fue hasta 1932 que se inició su construcción, en 1933 se importó de Alemania la máquina para las cuatro caratulas y finalmente se inauguró en 1935 por el gobierno de Juan Bautista Sacas. Fue una obra encargada al ingeniero Asaad K. Zogaib y la empresa constructora fue Dambach y Gutier.
La infaltable manipulación política
En marzo de 2023, la dictadura sandinista reparó la maquinaria y le dio un toque de pintura a este monumento, para posterior realizar proselitismo político con este ícono de la ciudad, haciendo un llamado a su militancia sandinista y empleados públicos para participar de la “inauguración” de una obra que estaba presupuestada y pagada con los impuestos de los nicaragüenses.
Para esa fecha los simpatizantes sandinistas abarrotaron los alrededores de la torre y portando banderas roja y negra y camisas alusivas al partido de gobierno, echaron vivas a los dictadores Daniel Ortega y Rosario Murillo, a quienes “agradecieron por la obra de progreso”.
Este reloj ha visto pasar diferentes administraciones edilicias, pero ninguna ha hecho tanto proselitismo político como los sandinistas, puesto que queda claro que esta edificación le pertenece a Diriamba como parte de su historia y que es útil para cualquier ciudadano sin ningún distingo, comentan algunos pobladores.
