“Lucia” tiene 30 años, forma parte de los profesionales nicaragüenses desempleados; antes de quedar en el desempleo debido a que la empresa donde laboraba se vio forzada cerrar, se desempeñaba como contadora, sin embargo, la crisis económica y el no encontrar un trabajo la llevaron a tomar un giro radical.

La joven cambió las calculadoras por pinturas de uña, la computadora por una maquinita que la ayuda a secar el producto que aplicó en sus clientas, y así sucesivamente.

“Como es la vida, antes yo pagaba para que me hicieran las uñas, ahora soy yo la que ando de casa pintando uñas”, expresa la joven mientras limpia su material de trabajo.

Como Lucía hay cientos de casos en el país, profesionales con título o egresados de una carrera universitaria que deciden emprender o aceptan trabajos donde están sobrecalificados con un salario mucho menor al que merecen con el único fin de obtener ingresos.

Mejores ingresos que en trabajos formales

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Profesionales nicaragüenses emprenden ante la falta de empleos formales 2

De acuerdo a la joven, el negocio de manicurista le ha dejado buenos ingresos, incluso asegura que le va mejor que en su antiguo trabajo de oficina. “Lógicamente no fue de la noche a mañana, me costó estar donde estoy actualmente, solo que no me rendí y trabajé más duro. Ahora ya tengo clientas fijas y estás me recomiendan con otras y así he ido creciendo”.

Ella relata que tras el cierre de la empresa “regó” papeles esperando ser llamada de algún lugar, pero al ver que no sucedía y que su liquidación y ahorros se estaba agotando decidió tomar un curso para colocar uñas en una academia y el resto es historia.

“Eduardo” es otro de los profesionales que le tocó emprender. Él trabajaba en una de las más de 3 mil ONGs, que han sido canceladas por el Ministerio del Interior, antes Ministerio de Gobernación y que han dejado en el desempleo a más de 23 mil nicaragüenses y ha causado pérdidas económicas superiores a los 250 millones de dólares.

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“Fue algo que me pegó durísimo, porque de la noche a la mañana perdí mi empleo y tenía que buscar que hacer. Caí en una pequeña depresión, pero gracias a mi familia salí adelante y aquí estamos”.

Él comenta que dejó cientos de currículum en empresas, pero al llegar a la entrevista le decían que estaba sobrecalificado para el puesto y que no podían pagarle un salario de acuerdo a sus conocimientos. Alentado por su familia tomó un curso de reparación de celulares y actualmente tiene un pequeño negocio en su casa de habitación.

“Gracias a Dios me ha ido bien, yo no tuve liquidación, pero sí tenía ahorros, entonces con eso me pagué el curso y gracias a las redes sociales y amigos que han corrido la voz sobre mi pequeño negocio he salido adelante”.

Emigrar estuvo en mente

Ambos comentan que emigrar hacia países como Estados Unidos y España también fue una posibilidad, pero fueron sus familiares quienes los convencieron de quedarse en el país y rebuscar el pan de cada día.

Si, pasó por mi mente emigrar, en las noches cuando no podía dormir pensando que hacer para tener dinero y que mis hijos tuvieran que comer, pensé salir del país. Hasta tuve el dinero en mis manos para un préstamo que fui a pedir para pagarle al coyote, pero mi esposa y mi mamá me convencieron que lo mejor era quedarme porque era muy riesgoso irme mojado”, cuenta Eduardo de 35 años.

Por su parte, Lucia expresa que pensó en irse, pero el relato traumático de una de sus amigas que se fue de manera irregular a Estados Unidos la convenció de no hacerlo.

Según datos de la ONU

Datos de la División de Estadística de la ONU revelan que cerca de 1.5 millones de nicaragüense se encuentran viviendo en el exterior. El incremento de migrantes se ha producido después de la crisis política de 2018 y se ha acentuado por la falta de empleo y los bajos salarios en el país.