Don Juan Ordóñez, lleva su acordeón colgado en su pecho, es el “machete” con el que se gana la vida tocando piezas folclóricas, boleros, rancheras, o algo más actual. Cada tarde lo encontramos junto a los atardeceres , en la transitada y pintoresca calle de la calzada, en el centro histórico de la ciudad de León.
Ordóñez no tuvo la oportunidad de ir a la escuela, siempre le tocó trabajar duro, cortando algodón y arando la tierra en los campos agrícolas de León. Procreó cuatro hijos, su antiguo trabajo como chofer en una empresa salvadoreña y otras en la ciudad leonesa concluyó al cumplir los 60 años, tiempo en el que se terminaron las oportunidades laborales por la edad.
Ya fuera del mundo laboral, recordó que con su guitarra podía sacarle melodías y obtener algún ingreso, pero está vez consiguió un acordeón con el que sale diario a buscar el pan de cada día.
Ordóñez se integró hace ocho años al grupo de mariachi “Los Halcones” de León pero la situación económica actual que vive el país ha golpeado a este sector informal que ha obligado a los músicos como él, a salir a las calles para poder sobrevivir ante la falta de contratos para eventos.
Don Juan, obtuvo su primer instrumento musical (la guitarra) cuando tenía 20 años, luego aprendió a usar el acordeón. “La cantada” hoy es pura sobrevivencia y toca ayudar en la casa para mantener a unos nietos, la escuela, la ropa y alimentos. El trabajo es escaso, a cuentagotas consiguen una que otra llamada para eventos.
“El problema con el grupo es que no hay trabajo, la situación es dura y nadie nos está contratando. A los bares ya no voy porque ahí no se gana ni cinco bollos, todo se vino abajo desde la pandemia del Covid 19 y el cierre de negocios, por lo menos vengo aquí a la calzada para ganarme la vida, aunque sea para las tortillas, el arroz, y los frijolitos porque a la edad que tengo nadie me va a dar trabajo” expresó.
Se la rebusca cómo músico
A sus 72 años, don Juan se las ingenia para trabajar y llevar el sustento a su familia. La calzada se ha convertido en su punto de referencia a partir de las 2:00 de la tarde, para deleitar a los visitantes con su instrumento y repertorio musical.
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Al frente coloca un recipiente plástico donde la ciudadanía deposita el aporte simbólico, “quienes tienen voluntad ayudan de manera caritativa y otros apoyan el arte pidiéndome canciones”, refiere este músico leonés.
El trovador popular aseguró que se están viviendo tiempos de recesión económica donde la moneda está devaluada, la canasta básica disparada, al igual que los servicios básicos. “Hay días que regreso a la casa sin un centavo cuando se gastan hasta 200 córdobas en comida para los tres tiempos, pero sé que Dios no nos abandona y por lo menos nos garantiza el pan en la mesa”, indicó.
A pesar de que don Juan trabajó toda una vida no logró completar las semanas de cotización. Sufre de enfermedades crónicas y no cuenta con un seguro social, ni de vida, por lo que tiene que recurrir al servicio de salud público, a la espera de una cita médica cada seis meses para atender su problema de próstata.
“Ya a mi edad hay múltiples dolencias, me canso al caminar y con las altas temperaturas hasta se sufre de hipertensión, pero lo que más está deteriorando mi salud es el problema de próstata que no me he podido atender por falta de recursos, pero fui al hospital y me dieron cita para el otro año” dijo apesarado.
En lo que va del mes de septiembre la operatividad comercial se ha mostrado deprimida en la zona rosa y turística de León, aquí, los grupos musicales, mariachis, o tríos aprovechan la afluencia de visitantes para ofrecer sus servicios de cantada, aseguran que en los últimos meses el lugar se ha mantenido ‘palmado’.
Juan Ordóñez, apuesta a cambiar de estrategia y se ha dedicado en la calle de la calzada a repartir tarjetas de presentación con los números telefónico 8321-8052 y 5724-6331 ofreciendo para todo tipo de evento el acompañamiento del mariachi “Los Halcones” de León.
Cerca de las 6:00 de la tarde, el sol ya se ha resguardado y es momento de retornar a su casa en el Reparto Vigil para descansar un poco. Ahí lo espera su esposa, quien en la medida de sus posibilidades lo atiende y se preparan para enfrentar un nuevo día y una nueva oportunidad de conseguir algo y contribuir a la economía de su hogar en este país, donde la vida se está poniendo cada vez más difícil.