Pobladores de esta ciudad, consideran que las actividades masivas del sandinismo son pura fachada, pero que la realidad es otra, porque las actividades de la iglesia Católica siguen prohibidas
En Masaya, la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo, está echando a todo vapor su maquinaria propagandista y de celebración, con inauguraciones de centros y montajes de eventos, con la finalidad de aparentar un ambiente de normalidad y alegría, quizás porque en el próximo mes, se conmemoran seis años del estallido social de abril en Nicaragua contra el régimen sandinista.
“Esto es parte de la misma narrativa del gobierno y de sus alcaldías. Insisten en vender la imagen de una normalidad, que es inexistente, para eso, echan mano de todos los empleados públicos, para montar ferias, hacer inauguraciones de eventos que ellos inventan, fechas históricas de caídos, incluso, llegan al descaro de robarse propiedades y lo maximizan como que es algo que beneficia al pueblo, como por ejemplo, la reserva de El Coyotepe”, criticó un exfuncionario de esta municipalidad, que prefirió el anonimato.
La confusión Estado-partido, que es la constante de la dictadura orteguista, se ve reflejada en el despliegue de los empleados públicos de las alcaldías de los nueve municipios que conforman el departamento de Masaya, uno de los más golpeados durante el estallido social de abril de 2018.
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Solo permiten actividades del orteguismo
“Ellos dicen que el pueblo de Monimbó salió a las calles, pero es falso, son los mismos empleados de siempre, incluso ahí sale doña Martha Toribio con su torovenado, aquí (en Masaya) todo mundo conoce que ella recibe 600 mil córdobas anuales, y así cualquiera se pone activo en estos montajes partidarios. Mirá, si estuviéramos en normalidad, ¿por qué no permiten los viacrucis y las demás procesiones de la iglesia Católica?”, cuestionó el consultado.
Para otros pobladores de Monimbó que aún se mantienen en resistencia, afirman que todo ese carnaval no es más que una fachada, puesto que las patrullas policiales siguen asechando a los párrocos e iglesias católicas, y mantienen una vigilancia férrea contra los que consideran opositores al régimen sandinista.
“Los orteguistas siguen con su mismo patrón represivo, la gente siente la pobreza en las calles, aquí estamos sobreviviendo, incluso los mismos simpatizantes sandinistas de a pie, la están sintiendo, aunque te digo que muchos de los que participan en esas actividades son obligados, porque si no, pierden ciertos beneficios”, comenta una monimboseña.
Masaya ha sido un símbolo de coraje y resistencia contra la brutal dictadura orteguista, siendo uno de los últimos bastiones en caer durante la crisis socio-político, que tiñó de sangre este país centroamericano.
En esta ciudad, se cuentan preliminarmente más de 30 ciudadanos asesinados entre abril y julio de 2018, decenas de lisiados, heridos, apresados y centenares de exiliados, además de varios sacerdotes que tuvieron que abandonar sus parroquias por la persecución estatal, entre estos el padre Pedro Méndez de la iglesia Magdalena de Monimbó, Edwing Román de San Miguel, Harvin Padilla de San Juan, entre otros. En esta ciudad se viven dos realidades: por un lado, la aparente alegría de los simpatizantes orteguistas, y la otra, la apatía del resto de la población.