venezuelaTomado de Diario El País.

 

La Encuesta de Condiciones de Vida se esperaba con expectativa en Venezuela, por ser el mejor termómetro científico para medir la magnitud de la crisis que devora al país. Pero también con temor ante el nuevo golpe de realidad, confirmado desde la primera cifra que arroja el estudio: el 87% de las familias están bajo la línea de pobreza y el 61.2% viven en pobreza extrema.

 

El impacto de la pobreza en la gente parece no tener límites: el 64.3% ha perdido en 2017 un promedio de 25 libras, algo exorbitante, que es indisimulable en cualquier calle. En 2016, la pérdida de peso había llegado hasta los ocho kilos. La clase media ha desaparecido de Venezuela, y la popular intenta sobrevivir a duras penas cada día.

 

El 70.1% de los hogares dijeron que no tienen dinero para comprar comidas saludables; el 70.8% añadieron que los alimentos son insuficientes y el 63.2% de los adultos reconocieron que se saltan una de las tres comidas del día, un sacrificio dirigido a alimentar algo mejor a sus hijos. Más del 60% de la gente se acuesta con hambre.

 

La bancarrota generalizada también ha llegado a la salud. El 60% de la gente se vio obligada a cubrir con su bolsillo, ya deteriorado, el gasto de salud, ante la crisis extrema que se vive en los hospitales, donde faltan medicamentos, insumos y tratamientos de toda índole.

 

El estudio, hasta septiembre, confirma la extensión de las bolsas CLAP de comida, la versión bolivariana de la libreta de racionamiento cubana. En Caracas esta comida subvencionada llega al 62% de los hogares una vez al mes, pero en el interior del país se pierde la eficacia de la entrega, ya que solo el 18% la recibe con periodicidad.