Todo dentro de la Revolución, nada fuera de ella, vociferaba el más grande violador de los Derechos Humanos de América Latina, enroscado al poder por más de 50 años. Era el guión estalinista en su versión más descarnada.

 

Si no piensas como yo, sufrirás TODO, – destierro, torturas, confiscación, cárcel, denigración- porque eres un gusano miserable que te opones a la benevolencia del sistema. Eres un engendro del mal, que deseas romper la bienaventurada paz, que los militantes del poder te otorgamos.

 

Esa es la lógica, ese es su “científico método”.

 

Bajo esa premisa, millones de hombres y mujeres en el mundo han sido avasallados y humillados en límites intolerables para la resistencia humana.

 

¿Puede un hombre, grabarse a sí mismo y ofrecer el espectáculo de su tortura sobre gente inocente, como un premio y una conquista de su maldad?

 

¿Qué mecanismos psicológicos se rompieron para que un supuesto defensor y “centinela de la alegría del pueblo”, se convierta en el más repugnante y asqueroso torturador de civiles inocentes?

 

En su novela El Túnel, Sabato nos dice que el mundo es horrible y prueba de ello es que en un campo de concentración, un ex pianista se quejó de hambre y le dieron a comer una rata….pero viva.

 

La familia Reyes Alonso, de la ciudad de León, Nicaragua, honesta, gallarda, luchadora incansable por conseguir un espacio de libertad y respeto a la dignidad humana; debió de sentirse como Julius Fucik en su Reportaje al pie de la horca; cansada, agredida al límite, humillada por las bayonetas opobiosas, con niños y ancianos alrededor que gemían y lloraban por la atrocidad, talvez muy cerca de la muerte, pero no del final.

 

En el juicio de Núremberg, se desterró para siempre la justificación de que *sólo* *se* *obedecían* *órdenes* , intentando excusar los delitos de los criminales nazis.

 

Aquí en Nicaragua, tampoco podrán excusarse.

 

Dr. Javier Pastora Membreño.

Médico de la ciudad de León.