La italiana Emma Morano, la persona más anciana del mundo, ha muerto este sábado con 117 años y 137 días en su casa de Verbania, muy cercana al lago Maggiore. Morano era la única superviviente del siglo XIX (nació el 29 de noviembre de 1899) y, por tanto, la última persona que podía afirmar que había sobrevivido a tres siglos.
El pasado mes de mayo, con 116 años y 118 días, se convirtió en la mujer más anciana del planeta —según el Grupo de Investigación Gerontológica de Estados Unidos— y actualmente es considerada como la quinta persona que ha llegado a esta marca en la historia. Esto la convirtió en centro de estudios científicos, entre ellos, de la universidad estadounidense de Harvard, que estudia su ADN.
Llevaba unos 20 años sin salir de su casa —un piso alto sin ascensor ni cuarto de baño— y había aceptado que parte de su rutina consistía en recibir a periodistas y científicos que estudian los secretos de su longevidad y que querían encontrar pistas en su estilo de vida, su historia y sus vivencias. Ella repetía siempre que, desde que en su juventud le diagnosticaron anemia, comía tres yemas de huevo al día (dos en los últimos años), algo de carne, un poco de fruta y una copita de grapa cuando había algo que celebrar.
Además, añadía que la soltería era parte del motivo para tener una vida tan larga como la suya. Se casó en 1926 con un hombre que la maltrataba y al que dejó plantado tras 12 años, después de que el hijo que tuvieron muriera de repente, a los seis meses de nacer. Se convirtió así en una de las primeras mujeres italianas en separarse de su marido, algo que hizo sabiendo que la exponía a la cárcel. Años después se enamoró de un hombre que fue a combatir a la Segunda Guerra Mundial y no volvió y, tras esta experiencia, decidió que viviría sin una pareja. “No quise recibir órdenes de nadie”, contaba al diario italiano Il Corriere della Sera al cumplir 115 años. Otro de los rasgos característicos de esta mujer de fuerte carácter es que nunca hablaba de la muerte, como contaba una de sus cuidadoras, la colombiana Mili, a este diario en mayo de 2016.
Morano nació en Civiasco (Piamonte) pero siendo una niña se mudó a las cercanías del lago Maggiore, en la frontera de Italia con Suiza. Trabajó durante toda su vida, desde los 12 hasta los 55 años en una fábrica de sacos de arpillera. Después, también lo hizo en el comedor de un colegio gestionado por unas monjas. Era la mayor de ocho hermanos —todos fallecidos— y los estudiosos también buscan pistas en la genética de su familia, puesto que dos de sus hermanas murieron con 100 y 102 años.