El verde enigmático de su paisaje combina a la perfección con el azul de sus aguas. Pero dentro de ese maravilla acuática se esconden historias de pasión, dolor y terror. Son relatos que trascienden los tiempos y todavía repercuten en la memoria de sus poblaciones.

Si, se trata de la Laguna de Apoyo, una reserva natural de origen volcánico donde el pasado y el presente se encuentran entre la calidez de sus aguas y la frialdad de quienes allí han hallado la muerte de forma inexplicable.

Es una reserva de agua que desde el cielo se confunde con el color de un edén, y hasta quizás con el tono de una sexta maravilla del mundo. Pero fue este paraíso, el escenario de una desaparición misteriosa que mantiene sumergida a una familia en las profundidades del dolor.

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Un dolor que no tiene cabida en sus vidas, ya que su ser amado sigue sin ser localizado luego de una visita a este cuerpo de agua, que parece habérsela tragado.

Las desapariciones extrañas no son un fenómeno reciente, puesto que a lo largo de la historia se han registrado desapariciones misteriosas de personas, barcos y aviones, e incluso de poblaciones en su totalidad.

De hecho, uno de los casos misteriosos más conocidos es el del vuelo 370 de Malaysia Airlines, que desapareció el 8 de marzo del 2014 mientras se dirigía a su destino original, el Aeropuerto Internacional de Pekín, habiendo partido del Aeropuerto Internacional de Kuala Lumpur.

Sin embargo, esta es la historia en la que una desaparición se convirtió en un enigma en Nicaragua.

“Gabriela Potosme: un misterio sin resolver”

Todo empezó un 28 de diciembre del año 2009, cuando la jovencita de 17 años de edad, Gabriela Hernández Potosme salió de su casa sin permiso de su madre y con un grupo de amigos hacia la Laguna de Apoyo, ubicada entre los departamentos de Masaya y Granada, a unos 44 kilómetros de la capital, Managua.

Irene Potosme, madre de la joven, narra que ese día recibió una llamada anónima en horas de la noche, donde una joven le decía que su hija había desaparecido en la laguna, sin brindar más detalles, por lo que de inmediato dio aviso a las autoridades y empezó a contactar a las amigas de su hija para obtener más información.

Según su mamá, Gabriela habría salido de Managua con rumbo a la laguna en compañía de unos extranjeros y del joven nicaragüense, Axel Antonio Orellana, hijo de un empresario cercano al círculo de Ortega y quién junto a Gabriela desapareció esa noche.

A partir de ahí inicia una búsqueda exhaustiva de los jóvenes en la laguna, misma que se prolongó por varios meses y que contó con la participación de expertos en técnicas subacuáticas del exterior, para localizar los cuerpos.

En la relación de hechos presentada por la institución policial en ese momento se lee lo siguiente:

“Ambos jóvenes salieron del restaurante Monkey Hut a las 10 de la mañana, y hay testigos que los vieron a las tres de la tarde en una de las orillas de la laguna, pero fue hasta las cinco de la tarde que apareció la embarcación flotando sin sus ocupantes”.

Buzos de la Marina de Guerra y personal de la Cruz Roja participaron en la búsqueda, inclusive en las cuevas donde dicen que la gente queda atrapada, pero todo fue infructuoso.

“Leyenda Urbana”

Los habitantes del lugar aseguran que en esa laguna los cuerpos de los ahogados nunca flotan por la baja temperatura de sus aguas.

Por lo que la Policía y la familia del joven Orellana dieron por finalizada la búsqueda y el caso quedó en el olvido.

Todo eso provocó inconformidad e impotencia en la madre de la joven, Irene Potosme, misma que un día perteneció a las filas de la Policía Nacional, pero que decidió abandonarlas para dedicarse de lleno a buscar a su hija.

Y a pesar de que han pasado ya casi 15 años de la desaparición de Gabriela, su familia aún la llora y no pierden las esperanzas de volver a estar con ella.

Entre llanto y dolor su madre ha manifestado una y otra vez que su instinto de madre y tras varias noches de desvelos sueños y pesadillas, su hija le dice que está viva, que la busque entre las grandes agrupaciones de trata de personas internacionales.

El caso sin duda trae consigo muchas interrogantes, entre ellas, ¿quién fue el de la llamada anónima? ¿Quiénes son los supuestos extranjeros que iban con ellos? En fin, ¿habría llegado hasta la Laguna de Qpoyo la joven Gabriela Hernández Potosme.

Recientemente, una investigación del observatorio nicaragüense de la violencia revela que, si bien hace una década Nicaragua mostraba avances en materia legal e institucional para la prevención de este delito, en los últimos años los retrocesos son notorios y que incluso ha dejado de ser prioridad para el gobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo.

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Asimismo, destaca que los tratantes ejecutan una serie de acciones para cometer el delito, como por ejemplo: el reclutamiento, transporte, transferencia, albergue o recepción de personas, mediante la amenaza o el uso de la fuerza u otras formas de coerción, secuestro, fraude, engaño, abuso de poder o de una posición de vulnerabilidad o de dar o recibir pagos o beneficios para lograr el consentimiento de una persona que tiene control sobre otra persona, con fines de explotación.

“Una vida truncada”

Gabriela soñaba con ser reina de belleza y ya se encaminaba en el mundo de las pasarelas para lograr alcanzar sus sueños.

En Facebook hay una cuenta que lleva por nombre “Buscando a Gabriela” en la que se publicó un retrato progresivo de su edad para dar con su paradero.