La persecución en Nicaragua contra líderes religiosos, principalmente a sacerdotes de la Iglesia Católica, deja a la reflexión varios argumentos. El primero, ¿Qué será de los seminaristas en formación en un país donde se persigue a los religiosos que acompañan a su pueblo? o ¿Cuál es el futuro de la Iglesia Católica en Nicaragua? ante un régimen de gobierno autoritario que la criminaliza.
Sacerdotes encarcelados y otros en el exilio, es ahora mismo la realidad de quienes utilizando una sotana frente a un púlpito, predicen y demandan la libertad de sus hermanos nicaragüenses y la paz de la nación.
Erick Díaz es uno de los sacerdotes nicaragüenses que en los últimos meses no tuvo otra opción, más que dejar su parroquia, su comunidad, su familia y su país. El cura de la parroquia San José Obrero en Matagalpa, nos cuenta en el podcast Entrevista Dominical lo que representa la figura del Obispo Rolando Álvarez y el mensaje que el líder de esa Diócesis dejó a los seminaristas en formación.
¿Pensó alguna vez durante su formación sacerdotal que la iglesia católica viviría otra persecución?
En 1989 apenas estaba naciendo y no había pasado la situación de los años 80. En el año 2017 cuando el sistema (llegada al poder de Daniel Ortega) pidió perdón a la iglesia por todo lo que había hecho, mucha gente se confió. Nunca pensé que habría una situación como la que vive el país y mucho menos la iglesia, porque pensé que luego de pedir perdón no se le iba a perseguir. Pero veo se ha recrudecido esa persecución.
¿En qué momento decide exiliarse?
He sido una voz firme en la defensa de los Derechos Humanos, especialmente en la dignidad de las personas que es lo más sagrado. Mi decisión fue de media hora, muy veloz, muy rápida, después que el 14 de agosto inició una persecución más personalizada. Dos días después que secuestran a Monseñor Rolando Álvarez, se me avisó por medio de una persona que me dijo: “Van por ti, es mejor que te apartes”, entonces tomé la decisión, para salvar mi vida y mi libertad.
Escucha el podcast completo:
¿Para usted qué significa la Diócesis de Matagalpa a Daniel Ortega?
Es una diócesis que con Monseñor Rolando Álvarez y el clero hemos acompañado al pueblo en la defensa de sus derechos humanos y en predicarle la esperanza, tanto a los que están en el país y a los que se han exiliado. Matagalpa como diócesis han representado una piedra en el zapato para este sistema, por eso ha sido una de las diócesis que está en el ojo del huracán.
Si la diócesis de Matagalpa ha sido una piedra en el zapato ¿Qué han sido aquellas diócesis que han callado?
También una forma de acompañar al pueblo es desde la oración y en la vocación de nosotros algunos han optado en acompañar el pueblo desde la oración. Y eso es muy bueno, y se respeta a las diócesis que lo han hecho de otra forma.
¿Cómo apoya El Vaticano a los sacerdotes exiliados?
Sabemos que la iglesia a través de la vía diplomática acompaña a los países, y la Santa Sede tiene su mecanismo. Imagino se trabaja en alguna cosa, porque la iglesia apuesta por la oración y el diálogo. La iglesia nunca ha sido violenta.
¿Cómo evangeliza desde el exilio?
A través de las tecnologías llegamos a muchos corazones que han perdido la esperanza. Desde el exilio enviamos el mensaje de paz y amor para todas las personas. Yo continúo desde mis redes sociales acompañando a la gente.
Te puede interesar: Carlos Mejía Godoy: “siempre diseminé en mi canto el mensaje de un pueblo que quiere la paz y un futuro mejor”
¿Qué papel tendrá la iglesia católica en Nicaragua en los próximos años?
La iglesia siempre ha sido perseguida en todos los siglos. Imagino a una iglesia más fuerte, una iglesia que va a iluminar más fuerte porque es la que acompaña a sus hermanos sin importar quienes sean.
¿Qué les espera a los seminaristas en formación en un país donde se persigue a los religiosos que acompañan a su pueblo?
Monseñor Rolando Álvarez siempre le habló al corazón de los seminaristas y siempre les decía: “Ustedes se están preparando en momentos especiales, momentos en que el pueblo vive y sufre el dolor”. Recordemos que Nicaragua ha vivido la pandemia, huracanes y la situación sociopolítica, familias fragmentadas por la migración. Son sacerdote que un futuro serán grandes profetas porque se están formando en el dolor del pueblo.