En su último día como embajadora de los Estados Unidos, Laura Dogu participó de un evento organizado por la Cámara de Comercio Americana (Amcham), dónde reflexionó sobre la actual crisis que atraviesa Nicaragua.

 

Dogu, quien culmina su período de tres años será relevada por el nuevo embajador Kevin Sullivan. La diplomática norteamericana reflexionó que El pueblo de Nicaragua tendrá que ser persistente y paciente, porque no hay una solución rápida. Un nuevo liderazgo por sí solo no resolverá los problemas de Nicaragua.

 

Aquí sus textos más relevantes de su discurso de esta mañana:

 

 

Hace tres años, comencé mi período con un discurso dirigido a los miembros de AmCham que se centraba en los esfuerzos de los Estados Unidos para ayudar a construir   una Nicaragua   – próspera, segura y democrática.  Por eso creo que es apropiado terminar mi tiempo como Embajadora de la misma manera.

 

En marzo, di un discurso sobre el “Camino al 2030″ en el que dije que el futuro de Nicaragua es incierto debido a la falta de un estado de derecho, la falta de democracia, y la elección de ciertos socios internacionales. Antes de abril, cuando hablaba de estos temas, la comunidad empresarial me decía con frecuencia que podían sacrificar algunos de estos derechos fundamentales porque Nicaragua no estaba en guerra, ni sufría la violencia de los países del triángulo norte.

 

La comunidad empresarial valoraba más la estabilidad que la sostenibilidad. Creían que el crecimiento económico traería oportunidades. Pero cuando viajé por Nicaragua y me reuní con pequeños agricultores, jóvenes empresarios, estudiantes, mujeres líderes, comunidades indígenas – y tantos otros, escuché algo diferente.  Estos nicaragüenses soñaban con un país justo con oportunidades económicas para todos.  Donde la corrupción y la identidad política no limitaran las oportunidades a solo unos pocos.

 

Las universidades de Nicaragua se han convertido en plataformas de propaganda política en lugar de ser centros de preparación para el futuro. El sistema de salud ha sido utilizado como un arma de guerra en lugar de una herramienta para garantizar el bienestar de la población y su preparación para encarar futuras oportunidades.   La fuerza policial ahora aterroriza en lugar de proteger y ha perdido toda credibilidad ante la población.

 

El 2018 ha sido un año tumultuoso.  Contrariamente a lo que la propaganda del gobierno quiere que se crea, Nicaragua no ha regresado a la normalidad.  Las decisiones del presidente Ortega ya han costado $ 500 millones de los recursos de Nicaragua que podrían haber sido utilizados para construir casas, iniciar nuevos negocios, dar tratamiento a los enfermos o educar a los jóvenes.

 

350,000 nicaragüenses han perdido sus empleos y un 5 por ciento adicional de la población ha caído en la pobreza desde abril.  La industria turística de Nicaragua ha sufrido un gran retroceso.  Ni toda la propaganda de los medios estatales cambiará estos hechos.   No habrá un retorno a la normalidad sin un cambio transformador que incluya elecciones libres, la separación de poderes, el estado de derecho y la protección de los derechos humanos de los ciudadanos.

 

Lamentablemente, no veo señales de que el presidente Ortega o la vicepresidenta Murillo estén dispuestos a considerar una solución negociada.    Esto significa que es muy probable que la comunidad internacional continúe implementando medidas aún más fuertes, contra el gobierno.

 

A través de estas sanciones, Estados Unidos está demostrando que responsabilizará de sus acciones a los funcionarios que autorizan el uso de violencia y abusos.   Como dijo la Casa Blanca en julio, esto es solo un comienzo a posibles sanciones, no el fin.

 

Repetiré lo que dije antes. Los problemas económicos y políticos de Nicaragua durarán hasta que los nicaragüenses adopten la democracia y el estado de derecho como forma de gobierno. Y ese es un cambio fundamental. Los nicaragüenses quieren reglas del juego que sean transparentes y justas.

 

Si bien podría continuar, creo que es apropiado que concluya diciendo que, como ustedes, me preocupo por los muchos que han sido arrestados tan injustamente y los muchos que se han visto obligados a dejar a sus familias e irse del país.  También lamento las muchas vidas perdidas en estos últimos meses.   Nunca los conocí personalmente, pero sentí la pérdida de cada uno de ellos.   Ellos representan lo mejor de la Nicaragua que amo y que tristemente, ahora tengo que dejar.

 

Ofrezco mis condolencias personales a sus familiares y amigos y espero que tengan la oportunidad de vivir su luto en paz.  Me entristece la pérdida de vidas y las dificultades que he presenciado en los últimos 6 meses, pero me siento alentada por el espíritu del pueblo nicaragüense que he visto durante mis 3 años aquí.

 

Tengo la esperanza de que su compromiso y el de ustedes, prevalezca para construir una Nicaragua más próspera, segura, y democrática. Como dijo el Secretario de Estado Pompeo: “Espero el regreso de su hermoso país a la paz, la libertad y la democracia”.

 

Redacción Central