La tarde del lunes 19 de diciembre una mujer fue sepultada en el cementerio de Chinandega.
Familiares y amigas acompañaron hasta su última morada a Reyna Torrez Altamirano. La mujer tenía 35 años y fue asesinada por su expareja.
Hace nueve meses, Reyna, una joven determinada y de carácter fuerte, se trasladó a vivir con su madre biológica en un reparto chinandegano. En esa misma casa vivía Santos Valentín, su padrastro, quien después se convirtió en su pareja.
“Este Santos dejó a la mamá de Reyna para meterse a vivir con ella. Yo ya sabía que este hombre era violento con la mamá y desde que lo vi no me gustó” dice Coralia Morales, tía y madre de crianza de la víctima.
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La relación de Valentín y Reyna fue corta. Las amenazas y los gritos no tardaron en llegar y Reyna decidió terminar la relación “Ella ya lo había dejado, pero él la seguía acosando. Dos veces se le metió a la casa que alquilaba en el reparto Daniel Ortega, por eso se estaba cambiando de casa”, declaró Morales a Radio Darío.
Reyna, quien trabajaba de doméstica, aprovechó su día de descanso para trasladar camas, algunas mesas y otros enseres al que sería su nuevo hogar. Se disponía a seguir con la mudanza cuando encontró a Valentín adentro y armado de un cuchillo.
“A ella la encontré recostada en el piso, en medio de la sala. Tenía una sola herida en su cuello. La policía me la entregó a mí porque la madre biológica no quiso hacerse cargo” Comenta Coralia.
Reyna Elizabeth Torrez Altamirano, fue maquillada y pareciera dormida en su féretro. En sus funerales están su hijo de 18 y sus hijas de 16 y 14 años. “Mi mamá no le tenía miedo a nadie” cuenta el mayor de ellos.
El femicida sigue prófugo. Es originario de Masaya y lo buscan en casa de sus familiares. Lo describen como un sujeto moreno, de mediana estatura. Pelo rizado y teñido en color cobre.