“Rosario Murillo y Daniel Ortega están juntos frente a las cámaras, pero en la realidad no están revueltos”, afirmó una fuente anónima a Darío Medios, haciendo alusión al famoso refrán “juntos pero no revueltos”.

Prueba de ello es el resurgimiento y nombramiento de Horacio Rocha como Ministro, quien representaría el brazo derecho de Daniel Ortega como lo fue Antonio Lacayo para la ex presidenta Violeta Chamorro, y sería esa precisamente la razón antes mencionada por la que Ortega estaría empleando a Rocha como su salvavidas ante la embestida de Murillo desde el poder.

“Y Rocha sería el muro de contención que Daniel Ortega usa con Rosario Murillo, ya que el mismo Ortega está tratando de defenderse de las decisiones drásticas de su esposa en el poder”, explica la fuente.

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De acuerdo a nuestra fuente, quien negoció la liberación de los 222 desterrados hacia Estados Unidos en febrero del año pasado, fue Murillo y Laureano Ortega, hijo de ambos; este último, según expertos en política sería el sucesor de la dinastía Sandinista y aliado directo de su madre.

“Cuando Daniel Ortega se enteró que Murillo estaba tomando decisiones y moviendo fichas desde el poder sin tomarlo en cuenta, Ortega actúa y renombra como ministro a Horacio Rocha y lo pone como muro de contención, pues Murillo se encargó de volar cabeza a los funcionarios más importantes y amigos directos de Ortega, quedándole solamente Rocha, Lenin Cerna y Bayardo Arce, quienes estarían protegidos por el mandatario sandinista”, enfatizó la fuente anónima.

¿Quién es Horacio Rocha?

Horacio Rocha, de 65 años, es descrito como un conspirador leal a Ortega, acostumbrado a manejar la información provista por los escoltas de los líderes políticos en el poder, porque, en su paso por la Policía, fue jefe de la Dirección de Seguridad Personal, y se desempeñó como escolta de Ortega y jefe de seguridad personal del expresidente liberal Arnoldo Alemán durante el período 1997-2001.

El comisionado general en retiro Horario Rocha regresó a la esfera pública tras ocho años en las sombras, cuando Daniel Ortega lo nombró “asesor presidencial en temas de seguridad” el 11 de noviembre de 2022.

“Rocha viene de una familia denominada “Los Rochas” y ellos toda una vida han tenido roces con Rosario Murillo. Rocha tenía comisionados en la Policía y Murillo los mandó a retiro. Y cuando le correspondía a Rocha ejercer el puesto de jefe de la policía después de Aminta Granera, Murillo lo sacó y lo envió a retiro, poniendo en su lugar a su consuegro Francisco Díaz”, señaló la fuente al recalcar que “Murillo ha pasado factura y fue quien negoció junto a Laureano el destierro de los 222 con la embajada americana. Así, adjudicándose ella el poder, Ortega volvió a contactar Rocha y Lenín Cerna para pedirle su apoyo en la situación con Murillo”.

Cabe recordar que como subdirector de la Policía Nacional, Rocha era uno de los relevos de la primera comisionada Aminta Granera, pero fue enviado a retiro en 2014 y, tras una fugaz carrera diplomática, se recluyó en su finca, ubicada en Carazo.

De ahí, lo regresó Ortega para resucitarlo como “asesor” y, un mes después –el 12 de diciembre de 2022–, elevó su perfil al nombrarlo “ministro asesor de la Presidencia de la República para asuntos de seguridad”, concediéndole el cargo público más relevante del gabinete de seguridad en Nicaragua.

El fin del comandante

Jezabel fue la esposa del rey Acab de Israel. Era hija del rey Tiro y Sidón y sacerdotisa de Astarté. Como pagana, introdujo su religión en Israel y mató a los adoradores de Dios, persiguió a los profetas y consultaba a centenares de profetas de Baal, a quienes Acab construyó un templo en Samaria.

De acuerdo a la historia bíblica, Jezabel se opuso a la adoración del Dios de Israel y en su lugar adoraba y promovía la adoración y culto falso del dios Baal. También fue muy cruel con sus sirvientes y se involucró en la matanza de muchos profetas; en resumen, ella quería ser la reina y poderosa de todos.

Esa historia tiene algo de similitud con lo que la vicepresidenta de Nicaragua ha hecho desde el 2006, y poco a poco se ha encargado de demostrar su ley y poder a su gusto y antojo.

Con el desalojo de la presidenta de la Corte Suprema de Justicia, Alba Luz Ramos y la magistrada Yadira Centeno, de la Sala Civil en el alto tribunal, quienes fueron rápidamente enviadas a sus viviendas, demuestra que la Corte está descabezada en todos los aspectos.

Por un lado, este poder del Estado intervenido políticamente por Néstor Moncada Lau, asesor de seguridad, y sobre todo, por Rosario Murillo, todo a través de órdenes ejecutadas por el comisionado Rocha, según fuentes judiciales.

De hecho, la mayor parte de la vieja guardia del Frente Sandinista ya está fuera del juego. Murillo viene sacándolos desde hace varios años. Empezó cuando defenestraron a Lenín Cerna, enviando así un mensaje claro: “que no se metan en nada porque la trayectoria que puedan haber tenido y sus glorias pasadas no valen nada y los miembros de la vieja guardia que aún ocupan puestos es casi seguro que van a caer, pues Murillo no confía en ellos y necesita abrir campo para los suyos”.

Para algunos críticos el control descabellado de Murillo en la actualidad habría dado muerte política al Comandante, incluso los mismos Sandinistas de antaño reflexionan y dicen que Ortega era como la última Coca-Cola en el desierto para ellos, y que Murillo se la tomó.

Y se remontan a la época en la que fue acusado por abuso sexual en perjuicio desde su hijastra Zoila América en 1997, escándalo que para ellos habría terminado con un pacto entre Ortega y Murillo por la ambición del poder.

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Uno de los cofundadores del frente sandinista, dijo a Darío Medios que lo que estamos viendo en la actualidad es el avance del proceso de adquisición de poder de Rosario Murillo quien tiene una necesidad patológica de control y demanda de sus subordinados un total sometimiento a su voluntad, sin mencionar su espíritu vengativo que no perdona ni el más mínimo desplante. Por lo que estaría, incluso, usando y entrenando a su hijo Laureano Ortega para llevar a cabo sus planes de conquista.

En la actualidad existe una total incertidumbre en todo el aparato judicial pues nadie sabe qué “delito” pueda haber cometido, ni qué se espera de Murillo y sus compinches de ahora en adelante. Lo que queda claro es que entre mayor ha sido la lealtad, mayor es el desconcierto y la inseguridad. Ni siquiera el nuevo magistrado y presidente en funciones está seguro en su puesto. En resumen, la necesidad de Murillo de controlar y de poder es insaciable y por esa razón es muy seguro que las purgas van a continuar en otras instituciones del Estado, o bien que Daniel Ortega y Murillo entren en una disputa que los lleve a deteriorar más su relación y por ende, todo esto repercuta en el presente y futuro de Nicaragua.