Alex Aguirre tenía 13 años cuando defendió su primera causa. Una de sus amigas fue violada en una quebrada de su natal Wiwilí y él sintió indignación. Junto a otros amigos recogió firmas para demandar a la policía una investigación del caso y que se garantizara seguridad para las adolescentes de su zona.

Aguirre supo muy pronto que en las zonas lejanas o rurales, las violaciones a los Derechos Humanos son comunes y suelen quedar impunes, por lo que aprendió a defender sus derechos. 

Una de sus primeras victorias fue obtener su diploma de bachiller “el delegado municipal no dejó que yo subiera a mi promoción porque dijo que yo era una persona peligrosa. Pero mi papá hizo un gran alboroto y al siguiente año me tuvieron que dar el diploma”, cuenta Aguirre.

El niño activista creció y ahora tiene 29 años. Conversó con Radio Darío de su activismo, de las dificultades en el exilio, de sus navidades lejos de casa y de sus esperanzas de volver.

¿Cómo recuerda Alex Aguirre su infancia en una de las zonas más alejadas de Nicaragua?

Nací en el municipio indígena de Wiwilí. El municipio más lejano del departamento de Jinotega, fronterizo con Honduras y que se encuentra en la zona de amortiguamiento de la reserva de biósfera Bosawás, a la orilla de la rivera del Río Coco.

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Alex A. en sus primeros espacios de formación y activismo.

Las zonas más alejadas de Nicaragua están expuestas a todo tipo de violencia. Es peor en las regiones trasfronterizas donde lidian con el narcotráfico, trata de personas, la violencia social permanente e incluso a la violencia política se vive con mayor fuerza en municipios como Wiwilí, Pantasma, Bocay y el Cuá, donde no solamente te meten a la cárcel por ser opositor, sino que te ejecutan directamente porque hay mayor impunidad y hay menos acceso a que eso salga a la luz. Yo crecí en ese entorno.

¿Dónde te encontró la explosión social del 2018?

Estaba en Matagalpa y laboraba con la Red Nacional de Jóvenes en temas de emprender, desarrollo económico, liderazgo social para el fortalecimiento democrático y justamente estábamos en un taller cuando nos avisan que la reserva Indio Maíz está en llamas. Salimos a las calles y recibimos los primeros ataques. El 18 de abril también salimos a las calles y organicé grupos de jóvenes y juntos protestamos en las afueras de la UNAN. Recuerdo que organicé logística, trasladé heridos y en total participé en treinta y ocho manifestaciones. Además, leí el informe de Derechos Humanos ante Antonia Urrejola y Paulo Abrao cuando hicieron su visita In loco en Matagalpa en mayo de 2018, eso me puso en el foco.

¿Te pareció inesperado el nivel de violencia desatado por el régimen?

En el 2018 cuando comenzaron a reprimir las marchas ya tenía conocimiento de la violencia estatal que podía ejercer el régimen sobre las personas que adversan su poder, pero jamás me imaginé que me llenaría de sangre movilizando a jóvenes amigos en camionetas o motos cuando eran agredidos por balas que no sabíamos de dónde venían. Es una imagen que jamás había imaginado y para la cual no estaba preparado.

El nivel de saña que vi no lo comparo con nada, ni siquiera en las comunidades más lejanas de Nicaragua. Eran diez, veinte, treinta heridos al día. Me marcó cuando se llevaron presos a los jóvenes que protestaron, cuando vi a los jóvenes en Managua golpeados por la policía afuera de la universidad. Hay recuerdos de eventos ocurridos entre el 2018 y el 2019 que traté de borrar de mi mente porque eran muy traumáticos.

¿Qué momento te obligó al exilio?

Yo hacía trabajo de desarrollo territorial. Participé en demostraciones públicas de candidatos y organizaciones políticas como la Coalición Nacional y la Unidad Nacional, incluso representé a los jóvenes en el lanzamiento de la candidatura presidencial de Félix Madariaga. Eso me puso en el blanco.

A mi casa primero llegaron citatorios policiales y paramilitares asediaban por las noches la casa de mis abuelos. Una tarde me dijeron que iban por mí y de nuevo llegaron paramilitares a la casa.  Salí por la parte trasera y salté un muro hacia la casa vecina. Llegué a las cinco de la mañana del día siguiente a la frontera entre Nicaragua y Costa Rica, eran ya 24 horas sin dormir y cuando toqué suelo costarricense me sentí aliviado y lloré al estar a salvo.

¿Cómo ha sido tu exilio?

En Costa Rica es caro conseguir un techo, la comida súper cara, no encuentras empleo hasta que obtienes un permiso de trabajo. Además, vivís con ese pedacito de corazón que te queda al otro lado de la frontera. Me costó más de un año entender que tenía que quedarme acá, que viviría varios años de exilio y que tenía que comenzar a construir otra dinámica de vida y tengo que comenzar a crear otro pedacito de Nicaragua donde estoy.

Luego es importante la red de cuido, la red de amigos, la red de trabajo y la red académica. Comenzar a construir de cero tu vida en otro territorio en otro país implica un desgaste físico emocional y exiliarse es partirse en dos.

¿Cómo te preparas para tu segunda navidad en el exilio?

Las navidades en el exilio estoy con una nueva familia, con otros activistas exiliados igual que yo. Es como estar dividido. Mi navidad en el exilio comienza con las Purísimas. Cada vez que como un pedacito de gofio vienen a mi mente los olores, los colores y el calor de mi pueblo y de mi familia y amigos y de la iglesia.

La noche del 24 de diciembre disfruto con mis amigos y alterno con llamadas a mi casa. Recuerdo que a la medianoche de cada 31 de diciembre mi mamá me abrazaba, ahora no tengo ese abrazo. Pero la llamo justamente a esa hora para decirle que la amo y la extraño y que pronto voy a estar con ella y con mi familia.

¿Cómo fue tu primera experiencia ante la Organización de Naciones Unidas?

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Aguirre en la Organizaciones de Naciones Unidas

Estar frente al consejo Derechos Humanos de la ONU es un privilegio porque es ir a hablar por las personas que no pueden hablar, por los sin voz, por los asesinados, por los que están presos y presas en cárceles de régimen, pero también por los que están presos y presas dentro del país porque no pueden hablar y se exponen a la violencia y al encarcelamiento inminente.

Significa que le cuentas al mundo qué está pasando en Nicaragua, un país tan chiquito, el segundo país más pobre de Latinoamérica. Es una gran responsabilidad porque de esa intervención, frente a ese órgano, al otro lado el mundo, puede hacer la diferencia para encontrar la justicia que tanto queremos todas y todos.

Costa Rica anunció cambios en su política migratoria ¿Cómo recibe la comunidad de exiliados este anuncio del presidente Chávez?

Hay mucha preocupación, indignación y tristeza. El migrante económico no viene a Costa Rica porque quiere trabajar. También está huyendo de una dictadura que lo puede matar al negarle atención en salud, lo puede asesinar al negarle un lugar de trabajo pues no puede llevar alimento a su casa. Está asesinando al cancelar las empresas o al negarle la oportunidad de poner su negocio a un ciudadano porque simplemente no está de acuerdo con las políticas de una dictadura. Entonces la persona se ve obligada a migrar porque no está obteniendo los recursos económicos para subsistir en su país.

Hace tres días me dieron la resolución donde me reconocen como una persona con estatus de Protección Internacional a lo que llamamos refugio. Mi caso ha sido un poco más rápido que los demás pero hay personas que tienen cita de refugio para el años 2033, para el 2025. El proceso para obtener el carné es súper burocrático y tedioso y es costoso. 

Yo llamaría al gobierno de Chávez a respetar los Derechos Humanos de todas las personas migrantes, de los desplazados y refugiados. Los discursos que hace el ejecutivo tienen una reacción en las personas nacionales. Hemos visto cómo la xenofobia ha crecido y se ha exacerbado a partir de los discursos oficiales. 

Una semana atrás me tardé un poco en la caja de un supermercado y un par de personas costarricenses me trataron mal y me dijeron “nica regalado”. Entonces ahí sientes el ambiente cuando la xenofobia y la violencia hacia los migrantes aumenta y hay una responsabilidad directa del gobierno que puede disminuir la violencia hacia los migrantes.

Cierre

Las personas costarricenses que señalaron a Álex Aguirre de “nica regalado” no conocen que a sus 29 años es Ingeniero en Sistemas de Producción Agropecuaria. Tampoco saben que hizo estudios de Trabajo Social y Ciencias Políticas, ambas carreras no terminadas por la persecución política y la cancelación de universidades por parte del régimen de Ortega y Murillo. Ignoran, además, que es un niño indígena que empezó defendiendo los derechos de las adolescentes en la lejana comunidad de Wiwilí y que ahora defiende los Derechos Humanos de todo el pueblo de Nicaragua en cualquier espacio internacional donde le den la oportunidad.

Asegura estar fuerte y preparado para aguantar los años de exilio necesarios hasta que el dictador Daniel Ortega caiga: “estoy dispuesto a resistirlo”, dijo al finalizar esta entrevista, y se despidió no sin antes desearnos ¡Feliz Navidad!