Militares del Ejército de Bolivia, fuertemente armados, tumbaron la puerta del Palacio de Gobierno la tarde del miércoles 26 de junio de 2024, en un intento de golpe de Estado este miércoles. Los insurrectos, liderados por el comandante general Juan José Zúñiga, buscaban cambiar el gabinete del presidente Luis Arce tras difundirse la información de que Zúñiga sería destituido de su cargo.

Luego de ingresar a la sede de Gobierno, los militares, junto con un tanque, se replegaron después de cuatro horas de tensión y negociación sin disparar una sola bala.

Contra la reelección de Evo Morales

La posible cesantía de Zúñiga como Comandante General del Ejército de Bolivia podría estar relacionada con una advertencia que hizo en una entrevista con un medio local. Zúñiga aseguró que arrestaría al expresidente Evo Morales si intentaba postularse nuevamente como candidato presidencial, ya que, según el jefe militar, el líder cocalero está inhabilitado para ser presidente de Bolivia.

Tras el repliegue de los militares y el tanque, el ahora excomandante general Zúñiga fue capturado a las 19:00, hora local de Bolivia, cuando salía de la sede del Estado Mayor. En declaraciones a los medios, Zúñiga acusó a Luis Arce de darle la orden de “sacar” los “blindados” debido a la caída de su popularidad. Esta versión no ha sido desmentida por el ejecutivo boliviano.

Gobierno y Ejército son cómplices en Nicaragua

“En Nicaragua, la situación es diferente porque el gobierno y el ejército están coludidos en muchos aspectos, principalmente en lo económico, ya que ambos tienen activos en negocios, propiedades y dinero. Veo difícil que siquiera piensen en sublevarse”, comentó un analista político radicado en Nicaragua, que pidió no revelar su identidad por seguridad.

El analista mencionó que ambas instituciones también tienen responsabilidades en la masacre de la población civil desarmada a raíz de las protestas antigubernamentales que estallaron en abril de 2018, “y eso los hace cómplices de delitos de lesa humanidad. En un juicio justo, tanto el gobierno como la institución castrense tendrían que rendir cuentas”, continuó.

Aseguró que, tras el intento de golpe de Estado en Bolivia, no descarta que la situación podría haber incrementado la paranoia de la vicepresidenta de Nicaragua, Rosario Murillo, lo que podría llevarla a aumentar la presión sobre el cuerpo castrense nicaragüense y seguir comprando lealtades.

“En tanto en Bolivia, se asegura que ese supuesto golpe de Estado era algo planificado entre el gobierno y el ejército, probablemente para ocultar alguna crisis interna o para mejorar la imagen del presidente Arce, cuya popularidad está en declive. No descarto que todo haya sido parte de una cortina de humo”, consideró la fuente.