Para mañana domingo 23 de junio, coincidiendo con la celebración del Día del Padre en Nicaragua, la vicepresidenta y vocera del régimen, Rosario Murillo, ha anunciado la instalación de 16 nuevos árboles de la vida en la capital, Managua. Estas estructuras metálicas, conocidas popularmente como “chayopalos” o “arbolatas”, son emblemas del régimen sandinista y rendirán homenaje a Carlos Fonseca Amador, fundador del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).

En su anuncio esta semana, Murillo expresó que estos “símbolos de vida y esperanza” se erigen en reconocimiento a “la gesta histórica de tantos héroes y mártires que han dado su vida para que vivamos con dignidad, soberanía y derechos en nuestra Nicaragua”. Además, subrayó que la reinstalación de estos monumentos también será un tributo a Carlos Fonseca y a todos los padres nicaragüenses, en un discurso que evocaba los ideales del poeta Rubén Darío y resaltaba el espíritu de unidad y esperanza que, según ella, caracteriza a la nación.

Desde 2013, Managua ha sido adornada con más de 140 de estas estructuras, cada una con un costo estimado de alrededor de 25 mil dólares. Los árboles, que alcanzan entre 15 y 20 metros de altura, son iluminados por numerosos focos de colores, añadiendo un costo adicional significativo en términos de energía eléctrica. Cada árbol pesa aproximadamente 7 toneladas y posee hojas de 13 metros de largo por 9 metros de ancho, con un tallo de 8 metros de altura. El ensamblaje de cada estructura toma alrededor de cuatro horas.

Durante las protestas ciudadanas de 2018, algunos de estos árboles fueron derribados por manifestantes que expresaban su descontento con el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo. La reinstalación de estos árboles, por tanto, no solo representa un homenaje según las palabras del gobierno, sino también un intento de reafirmación del régimen en un contexto de marcada oposición y crítica.

La reinstalación de los 16 árboles de la vida tiene un costo significativo. Si el precio de cada uno se mantiene en los 25 mil dólares estimados en 2017, el gasto total para esta nueva instalación ascendería a 400 mil dólares. Sin embargo, este cálculo no incluye los gastos de electricidad, mantenimiento y seguridad asociados. En un país donde la pobreza y las necesidades básicas siguen siendo una preocupación urgente, el uso de recursos públicos para estos monumentos ha suscitado críticas y debates sobre las prioridades del gobierno.

Murillo no ha detallado la fuente de los fondos para esta iniciativa, lo que añade un nivel de opacidad a la gestión de los recursos estatales. En un país recientemente afectado por inundaciones y otras crisis derivadas de las condiciones climáticas adversas, la instalación de estos costosos monumentos contrasta con las necesidades inmediatas de la población.

La fecha de instalación de estos nuevos árboles coincide no solo con el Día del Padre, sino también con el cumpleaños de Rosario Murillo, lo que ha llevado a algunos críticos a cuestionar la motivación detrás de esta acción. Además, mientras el régimen celebra a sus héroes y mártires, omite las más de 300 muertes resultantes de la represión violenta de las protestas de 2018, una omisión que agrava las tensiones sociales y políticas en el país.

Murillo enfatizó en su discurso que estos árboles son un símbolo de esperanza y futuro para Nicaragua, destacando que se construyen en un espíritu de paz y unidad. Sin embargo, para muchos nicaragüenses, los “chayopalos” representan un recordatorio de la opresión y los conflictos no resueltos. La reintroducción de estos monumentos en Managua refleja no solo una estrategia de propaganda del régimen, sino también la complejidad y las divisiones que persisten en la sociedad nicaragüense.

La reinstalación de los árboles “de la vida” en Managua es una acción cargada de simbolismo y controversia. Mientras el gobierno presenta estos monumentos como emblemas de esperanza y unidad, muchos ciudadanos los ven como símbolos de un régimen opresivo y un uso cuestionable de los recursos públicos. La brecha entre la narrativa oficial y las percepciones populares subraya las tensiones continuas en Nicaragua y la lucha por el significado y el futuro de la nación.