Cada vez se presentan más estudios que demuestran el perjuicio que está ocasionando en jóvenes el uso de dispositivos móviles y de redes sociales desde temprana edad, especialmente en etapas donde las habilidades cognitivas y de socialización se están desarrollando. Los efectos están siendo catastróficos, afectando no solo el desarrollo cognitivo, sino también aumentando los niveles de ansiedad y afectando la autoestima, entre otras situaciones, llegando a considerarse una emergencia de salud pública.

A partir de 2009, estos problemas en los adolescentes se han incrementado con el surgimiento de los teléfonos inteligentes que, entre otras cosas, facilitan el acceso a cualquier información en internet y los han hecho vivir en un mundo virtual, irreal, sin interacciones reales, buscando aprobación a través de un “me gusta”.

La psicóloga clínica Catherine Steiner-Adair, investigadora asociada en la Harvard Medical School y autora de The Big Disconnect, afirma: “No hay duda de que los niños están perdiendo habilidades sociales muy importantes. De alguna manera, enviar mensajes de texto y comunicarse en línea no es que provoque una discapacidad del aprendizaje no verbal, pero sí coloca a todos en un contexto de discapacidad no verbal, donde el lenguaje corporal, la expresión facial e incluso los tipos más pequeños de reacciones verbales se vuelven invisibles”.

Niñas más vulnerables que los niños

En una entrevista reciente realizada por el prestigioso Andrés Oppenheimer, el psicólogo clínico y autor del bestseller La generación ansiosa, Jonathan Haidt, coincide con la doctora Steiner-Adair en que dentro de este grupo poblacional, las niñas son más susceptibles que los niños. Esto se debe a que, por naturaleza, las niñas tienden a ser más sociables que los varones, les gusta socializar más, saber quién está con quién y quién es amigo de quién; los niños, por lo general, son más despistados socialmente, no están enfocados en esos aspectos, ellos quieren formar equipos y competir, por lo cual optan más por los videojuegos e inclusive acceden a pornografía de forma frecuente.

Las chicas son mayores consumidoras de redes sociales, las cuales juegan con la inseguridad y miedos de ellas, aspectos relacionados con la opinión que tienen los demás sobre ellas y su aspecto físico. Se sienten atraídas con la promesa de conectarse, pero caen en una conexión que no es real y al final se sienten muy solas. Ambos, niños y niñas, metidos en un mundo irreal como el de las redes sociales y los videojuegos, se encuentran en un mundo muy solitario, se sienten muy solos a causa de la ausencia de conexiones humanas.

El rol de los padres en esta problemática

A la pregunta de qué pueden hacer los padres para contribuir a reducir esta problemática alarmante en los jóvenes, Jonathan Haidt recomienda, entre otros aspectos:

– Que los niños no puedan tener un dispositivo móvil antes de los 14 años y una cuenta en redes sociales hasta los 16 años.
– Si se les debe dar un dispositivo móvil a los niños, que no sea un smartphone o teléfono inteligente, sino un dispositivo que permita comunicarse con los padres por llamada y mensajería de texto, sin acceso a internet.
– Prohibir los teléfonos inteligentes en las escuelas durante la jornada de clases.
– Hablar entre los padres del círculo de amigos y acordar limitar el uso de celulares.