Comandante CaperucitaMonimbó se rebeló, otra vez. El jueves 19 de abril, el barrio indígena de Masaya le plantó cara al orteguismo, tal y como lo hizo 40 años antes con el somocismo. Con piedras y morteros, detrás de las barricadas, cientos de nicaragüenses impidieron el paso de los antimotines que reprimían a los pobladores por manifestarse en contra de la reforma a la Seguridad Social.

 

Ahí, en medio de esos enfrentamientos estaba Fernando Gaitán Flores, el hombre que con una camiseta roja enrollada en la cabeza y un mortero en mano se convirtió en el “Comandante Monimbó” o el “Comandante Caperucita”.

 

Hasta el sábado 21 de abril, Fernando Gaitán, de 34 años, era uno más de los manifestantes, pero ese día, alguien grabó un vídeo donde aparecía él, acuerpado por un grupo de hombres, vociferando en contra de Daniel Ortega. “Daniel Ortega no queremos ni verga con vos. En junio, en el repliegue de Managua a Masaya no te queremos ver ni en pintura… Ni a vos ni a la Chayo”, gritaba en medio de silbidos y aplausos.

 

El video comenzó a circular por las redes sociales y Gaitán se volvió una cara conocida. Le hicieron memes, canciones, caricaturas… Eso lo supo él varios días después.

 

Gaitán trabaja en el mercado de Masaya, despacha en una distribuidora. Es padre soltero de dos niños, de 11 y 6 años. A las protestas se unía después del trabajo con algunos compañeros.

 

“Me dijeron que fuéramos a apoyar y nos encontramos con más personas. Yo decía a qué lado movernos y todos me seguían. Nadie me nombró líder, agarré valor y les decía qué íbamos hacer y ellos me hacían caso. Ellos me dieron la confianza de guiarlos”, cuenta. Y así, pasó de ser “Nando”, como le llaman sus conocidos, a ser el “Comandante Monimbó”.

 

“Fue algo que me salió por el mismo coraje que sentía… Por una parte sí me arrepiento por temor a que me llegue a pasar algo, pero me dicen mis amigos que está bueno, que no solo yo digo eso, lo dice todo el pueblo… Pero así como yo no los dejé morir, no creo que mi pueblo me deje morir”, dice.

 

Su madre, una señora de 77 años, llora pensando que algo le pasará. “Me dice que mejor no salga porque si me va a pasar algo que me pase aquí en la casa y así ella se va a dar cuenta. Pero sé que la gente comparte conmigo la opinión de que el Gobierno está haciendo mal”, asegura.

 

Del Diario La Prensa