En un país marcado por crisis políticas, humanitarias, sociales y económicas, el régimen sandinista de Daniel Ortega ha presentado un panorama optimista del mercado laboral nicaragüense. Según los últimos datos del Instituto Nacional de Información de Desarrollo (INID), la tasa de desempleo en julio de 2024 se ubicó en un asombroso 2.6 por ciento, lo que representaría un nivel de casi pleno empleo. Sin embargo, este optimismo contrasta fuertemente con las cifras de migración y la realidad socioeconómica que enfrentan miles de nicaragüenses.
El régimen de Ortega ha destacado que la tasa de desempleo abierto en Nicaragua ha disminuido, alcanzando en julio de 2024 una cifra histórica del 2.6 por ciento, la más baja desde diciembre de 2023. Este descenso en la tasa de desempleo, que cayó desde el 3.3 por ciento registrado en julio del año anterior, ha sido presentado como un indicador del éxito de las políticas laborales del gobierno. En la zona urbana, el desempleo se situó en un 3.1 por ciento, mientras que en la zona rural, donde la actividad económica es predominantemente agrícola, la tasa fue de apenas 1.9 por ciento.
Sin embargo, esta cifra no refleja el panorama completo del mercado laboral. El subempleo, que incluye trabajos de baja calidad y mal remunerados, sigue siendo un problema significativo. En julio de 2024, el subempleo representaba el 40.2 por ciento del mercado laboral, una leve reducción en comparación con el 42.1 por ciento registrado en el mismo mes del año pasado. En las zonas urbanas, el subempleo alcanzó un 44 por ciento, con Managua registrando un preocupante 46 por ciento. Estas cifras indican que, aunque más personas pueden estar empleadas, una gran parte de la fuerza laboral sigue atrapada en empleos precarios que no garantizan una vida digna.
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“Daniel Ortega y su esposa están completamente desconectados de la vida, las necesidades y los problemas de la ciudadanía en Nicaragua”, comentó a Darío Medios Internacional una economista desde la capital, quien solicitó anonimato por seguridad. “La visión erróneo de promover el desplazamiento forzado es otra gran preocupación; necesitan el flujo de remesas de quienes se van”, agregó.
La realidad detrás de las cifras
El economista Néstor Avendaño ha señalado que el mercado laboral nicaragüense se está “calentando” después de un período de “enfriamiento” que comenzó en 2018, marcado por la caída en los salarios reales debido a una combinación de factores como la reforma tributaria, la pandemia de Covid-19 y los conflictos geopolíticos globales. Según Avendaño, aunque el mercado laboral ha mostrado signos de recuperación, esta tendencia podría verse amenazada por la emigración masiva de nicaragüenses, especialmente hacia Estados Unidos de Norteamérica, Costa Rica, España y Panamá.
Las remesas, que han sido un salvavidas para muchas familias nicaragüenses, seguirán jugando un papel crucial en la economía. Sin embargo, la migración continúa erosionando la fuerza laboral del país, lo que podría limitar el crecimiento económico a largo plazo. Avendaño advierte que la disminución de la fuerza laboral y una alta tasa de inactividad económica, que en julio de 2024 fue del 33.6 por ciento, podrían frenar el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) potencial de Nicaragua.
Y, ¿la migración?
A pesar de las afirmaciones de Ortega sobre el éxito de sus políticas laborales la noche del 03 de septiembre en un desfile del Ejército en Managua, las cifras de migración cuentan una historia diferente. Según la Agencia de la Organización de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), entre 2018 y junio de 2023, más de 440 mil nicaragüenses solicitaron asilo en diferentes partes del mundo, de los cuales solo 18,545 han obtenido el estatus de refugiados. Estas cifras reflejan una crisis de desplazamiento forzado, alimentada por la represión política y la falta de oportunidades económicas en el país.
Además, desde la implementación del parole humanitario en Estados Unidos en enero de 2023, más de 93,325 nicaragüenses han sido admitidos en ese país hasta finales de junio de 2024. Costa Rica, otro destino común para los migrantes nicaragüenses, ha recibido 236,552 solicitudes de refugio entre enero de 2018 y julio de 2024. Estos números sugieren que, a pesar de las declaraciones del régimen, muchos nicaragüenses siguen buscando desesperadamente una salida del país.
Mientras la administración de Ortega se esfuerza por pintar un cuadro de pleno empleo y estabilidad económica, la realidad que enfrentan muchos nicaragüenses es muy distinta. Las bajas tasas de desempleo anunciadas por el régimen no pueden ocultar el alto nivel de subempleo, la precariedad laboral y la masiva migración que sigue afectando al país centroamericano. La narrativa oficial sobre el mercado laboral en Nicaragua parece más un intento de controlar la percepción pública -otra vez- que un reflejo honesto de las condiciones socioeconómicas que prevalecen en la nación. Porque las cifras y los testimonios diarios ilustran otro panorama.