El Banco Central de Nicaragua (BCN) ha revelado datos clave sobre la evolución de los sistemas y servicios de pagos en el país durante el segundo trimestre de 2024. El informe muestra un notable crecimiento en el uso de instrumentos de pago electrónicos y otros medios no tradicionales, lo que refleja un lento, pero constante, avance hacia una mayor digitalización de las transacciones económicas.

Sin embargo, la inclusión financiera sigue siendo un reto considerable, con una significativa porción de la población que aún depende del uso de efectivo y carece de acceso a servicios bancarios formales.

Crecimiento en el uso de tarjetas y dinero electrónico

Uno de los aspectos más destacables del informe es el aumento del número de tarjetas de pago en circulación, que alcanzó los 2.9 millones al cierre de junio de 2024, superando los 2.8 millones registrados en el mismo periodo del año anterior. De estas, el 75.1 % corresponde a tarjetas de débito, lo que subraya que este instrumento continúa siendo el más utilizado por los nicaragüenses, especialmente para el cobro de salarios y otras operaciones cotidianas.

A pesar de este crecimiento, la penetración de las tarjetas de crédito es mucho más limitada, con apenas 685,947 en uso, lo que representa aproximadamente el 16 % de la población adulta del país.

El uso del dinero electrónico también ha crecido significativamente, con 329,197 cuentas activas, un incremento del 19.3 % en comparación con el mismo periodo de 2023. Las billeteras digitales, aunque aún no tan extendidas como en otros países de la región, registraron un crecimiento del 8.4 %, llegando a 650,660 usuarios. Este crecimiento está impulsado por la proliferación de plataformas tecnológicas que facilitan pagos y transferencias sin la necesidad de intermediarios bancarios tradicionales.

A pesar de los avances en Nicaragua, el país sigue rezagado en comparación con sus vecinos centroamericanos, especialmente Costa Rica. Un informe de McKinsey & Company señaló que Costa Rica se encuentra entre los países de América Latina que menos utilizan efectivo, con solo el 28 % de sus ciudadanos prefiriendo este medio de pago. Este país ha experimentado un cambio radical hacia el uso de tarjetas y billeteras digitales, facilitado por la oferta de más de 90 trámites digitales a través de plataformas bancarias.

Dicho contraste evidencia la necesidad de que Nicaragua acelere sus esfuerzos para modernizar su infraestructura de pagos y promover la inclusión financiera de manera más agresiva.

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Banco Central de Nicaragua en Managua | Fotografía cortesía

En comparación, Nicaragua aún depende en gran medida del efectivo, y aunque el número de operaciones electrónicas está en ascenso, los obstáculos persisten. La falta de acceso a servicios bancarios en zonas rurales, junto con la baja penetración de internet, son factores que limitan el avance del país hacia un modelo financiero más digital.

El informe del BCN también resalta un aumento en el uso de la infraestructura de pagos que no depende exclusivamente de los bancos, como los cajeros automáticos y los corresponsales no bancarios. Durante el segundo trimestre de 2024, se registraron 56.5 millones de transacciones que totalizaron un billón de córdobas, un aumento interanual del 17.6 % en el número de operaciones y del 3.5 % en el valor de las transacciones.

Este crecimiento se refleja en un mayor uso de transferencias interbancarias y operaciones realizadas con tarjetas de crédito y débito.

De estas, el uso de tarjetas de débito sigue liderando, con 28.3 millones de transacciones registradas, lo que representa un aumento del 10.6 % con respecto al año anterior. En cambio, las tarjetas prepagadas muestran un retroceso, con apenas 43,574 en circulación, una cifra significativamente inferior a las 125,471 que se registraban en 2018.

Desafíos para la inclusión financiera

A pesar de estos avances, Nicaragua enfrenta grandes desafíos en términos de inclusión financiera. Según datos del Instituto Nacional de Información de Desarrollo (INIDE), solo un poco más de la mitad de la población adulta tiene acceso a una tarjeta de débito, y el acceso a las tarjetas de crédito es aún más limitado. Las cifras evidencian que el uso de servicios financieros formales sigue siendo privilegio de una porción relativamente pequeña de la población, lo que resalta la necesidad de políticas más inclusivas que permitan a más nicaragüenses beneficiarse de los servicios financieros modernos.

Además, la dependencia del efectivo sigue siendo alta. Al cierre del segundo trimestre de 2024, el efectivo en circulación aumentó un 13.3 %, alcanzando los 48,115 millones de córdobas. Esto sugiere que, a pesar del crecimiento en el uso de medios de pago electrónicos, el efectivo sigue siendo el método preferido por muchos ciudadanos, especialmente en áreas rurales y entre sectores de menores ingresos.

El crecimiento en el uso de instrumentos de pago electrónicos y la expansión de la infraestructura no bancaria en Nicaragua son señales positivas de progreso hacia una economía más digitalizada. Sin embargo, el país enfrenta retos significativos en su camino hacia la inclusión financiera plena. La baja penetración de tarjetas de crédito, el limitado acceso a servicios bancarios en zonas rurales y la persistente dependencia del efectivo son obstáculos que deben superarse para lograr un mayor desarrollo económico y social. Nicaragua aún tiene un largo camino por recorrer para alcanzar a países como Costa Rica en términos de modernización de sus sistemas de pago, pero los avances reportados por el Banco Central son un paso en la dirección correcta.