Sotana al servicio del poder de Ortega

En una Nicaragua donde la iglesia ha sido blanco de una feroz represión, destaca un religioso que parece estar a salvo, es René Sócrates Sándigo Jirón, obispo de León. Quien al parecer a puesto su sotana al servicio del poder de Ortega

ESCENARIO NACIONALNACIÓN

Darío Medios

6/30/20254 min read

En una Nicaragua donde la iglesia ha sido blanco de una feroz represión, destaca un religioso que parece estar a salvo, es René Sócrates Sándigo Jirón, obispo de León.

Nacido en Diriá, Granada, hace 60 años, Sándigo ha cultivado una reputación que dista de la resistencia y el acompañamiento a su clero perseguido, posicionándose, según críticos y víctimas, como una pieza clave al servicio del poder establecido.

Su camino en la jerarquía eclesiástica lo llevó a ser nombrado IV Obispo de la Diócesis de Juigalpa por el Papa Juan Pablo II en octubre de 2004, tomando posesión en 2005. Sin embargo, su ministerio episcopal no ha estado exento de controversias.

Decisiones polémicas en su episcopado

El periodista exiliado Israel González lo describe como un "hombre sumamente autoritario", que aplicó una pastoral de signo "clericalista, tradicional y vertical". Las decisiones las toma sin consultar y sus orientaciones deben cumplirse de inmediato.

La primera gran sombra sobre su episcopado se proyectó en 2017. Ese año, el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh) en Chontales recibió una grave denuncia de violación y abuso sexual contra el sacerdote Wilmer Antonio Pérez Díaz, de 33 años, y su hermano de 14.

La madre de las víctimas relató que la Policía se negó a recibir la denuncia. Ante esto, el Cenidh acudió a Monseñor Sándigo. Este, tras una audiencia, anunció la creación de un "supuesto grupo de investigación", cuyos resultados nunca se hicieron públicos.

En cambio, Sándigo trasladó al sacerdote acusado a otra parroquia, un movimiento que fue interpretado unánimemente como una acción de protección hacia el religioso, un velo de impunidad tejido con sotana.

El obispo de gustos caros

La austeridad no parece ser el fuerte de Monseñor Sándigo. A inicios de 2017, mientras Nicaragua ya comenzaba a sentir los vientos de inestabilidad, Sándigo llevó a cabo una peregrinación sin precedentes a Tierra Santa junto a casi todo su clero.

Un viaje sin precedentes en la historia eclesiástica del país, cuyo costo ascendió a 3.4 millones de córdobas, dejando claro que los "gustos caros" eran su talón de Aquiles, en contraste con la creciente precariedad de la nación.

La llegada de la crisis sociopolítica de 2018 marcó un punto de inflexión para la Iglesia Católica en Nicaragua. El 9 de mayo de 2018, en el auge de la represión, Sándigo, aún obispo de Juigalpa, pronunció una homilía que generó controversia.

Mientras sacerdotes eran golpeados, perseguidos, secuestrados, encarcelados, vejados y desterrados, Monseñor Sándigo ha mostrado una inmensa capacidad de indiferencia", continuando sus tareas y, según denuncias, estableciendo "compincherías con policías, los principales perseguidores".

En lugar de condenar la violencia estatal, pidió perdón a las madres de las víctimas, pero culpó a religiosos de incitar al odio, defendiendo que el papel de los sacerdotes debió ser el de "mediadores, apaciguadores y promotores del diálogo y de la paz".

Este discurso coincide plenamente con el de Daniel Ortega, quien en sus apariciones públicas no perdona a la Conferencia Episcopal por haberle exigido el cese de la represión, haciendo salvedad de "algunos obispos" que, según él, se vieron "obligados a firmar" aquella carta. Sin mencionar nombres, el dictador se refiere tácitamente a figuras como Sándigo, quienes desde el primer día de la represión se plegaron al discurso oficialista.

La Mano de hierro de la dictadura en la Iglesia

El silencio oficial o la "indiferencia oficial" se ha convertido en la norma para Sándigo. Ahora, como obispo de León, se limita a abordar secamente temas de su ministerio y transmitir órdenes, evitando cualquier mención a la persecución religiosa. Esta postura le ha granjeado "los favores de la dictadura", convirtiéndolo, según voces críticas, en la "mano de hierro" para controlar al clero.

El ejemplo más reciente se dio previo a la Semana Santa de 2025. En una acción que atemorizó a su clero, Monseñor Sándigo, junto al nuevo jefe de la Policía de León, el comisionado general Óscar José Alemán, se reunió con los sacerdotes a su cargo.

Durante ese encuentro, el obispo sandinista dio instrucciones precisas: prohibido elevar oraciones por Nicaragua en los sermones o prédicas. La presencia del comisionado Alemán no fue casual; fue la amenaza directa de la vigilancia policial avalada por su propio obispo.

Según sacerdotes en el exilio y la Organización Solidaridad Cristiana reporta 222 casos de persecución religiosa en 2024, con la policía exigiendo sermones "amigables" y obligando a sacerdotes a solicitar permisos semanales para sus homilías, Sándigo goza de un estatus particular.

No tuvo temor de asistir al Sínodo de Obispos en el Vaticano del 4 al 29 de octubre de 2023, siendo la única voz de la Iglesia de Nicaragua presente, mientras figuras como el cardenal Leopoldo Brenes o monseñor Carlos Herrera permanecían en el país, sujetos a las restricciones de entrada y salida del régimen.

Es evidente que Sándigo, a diferencia de otros sacerdotes exiliados por temor a ser encarcelados, está protegido. En el actual contexto, la sotana de René Sándigo parece haberse plegado no a la cruz de Cristo, sino al puño del poder, sirviendo de puente a la dictadura en su embestida contra la fe y la libertad.

Sándigo ha mostrado una inmensa capacidad de indiferencia", continuando sus tareas y, según denuncias, estableciendo "compincherías con policías, los principales perseguidores".