A siete años de la represión de 2018, Nicaragua sigue exigiendo justicia

Siete años después de la represión que marcó un antes y un después en la historia reciente de Nicaragua, las familias de las víctimas siguen clamando justicia desde el exilio y dentro del país, mientras el régimen Ortega-Murillo persiste en la impunidad.

ESCENARIO NACIONALNACIÓN

DaríoMedios Internacional

11/3/20254 min read

Una herida que no cierra

Han pasado siete años desde aquel 18 de abril de 2018, cuando las protestas cívicas y pacíficas fueron respondidas con balas, cárcel y persecución por la dictadura Ortega-Murillo. Más de 350 personas fueron asesinadas en todo el país. Desde entonces, Nicaragua vive bajo un estado de represión constante, donde el duelo se ha convertido en resistencia.

Las víctimas provenían de todos los rincones del país: Managua, Masaya, León, Estelí, Jinotepe, Matagalpa y Chinandega fueron escenarios de violencia desmedida. Familias enteras quedaron marcadas por el dolor, mientras muchas de ellas tuvieron que huir al exilio.

El Colectivo de Derechos Humanos “Nicaragua Nunca Más”, el CENIDH y la Asociación Madres de Abril han insistido en que los crímenes de 2018 son de lesa humanidad y deben ser juzgados en instancias internacionales.
Las madres de abril, se han convertido en el símbolo moral de un país que no olvida.

El eco persistente de quienes ya no están

Entre las historias que simbolizan esta tragedia, destaca la de Heidi Meza, madre del líder estudiantil Max Jerez, quien falleció el 17 de septiembre de 2022 sin poder despedirse de su hijo. Enferma de neumonía y derrame pleural, murió sin que el régimen permitiera un último encuentro. “Era un tema humanitario, no político”, denunció entonces la Alianza Universitaria Nicaragüense (AUN), tras la negativa de El Chipote de otorgar el permiso.

Max Jerez, preso político en ese momento, conoció un mes después, la noticia entre el silencio y la oscuridad de su celda, pero la despedida nunca llegó.

También partió sin justicia Álvaro Conrado Avendaño, padre de “Alvarito” Conrado, el adolescente de 15 años asesinado el 20 de abril de 2018 cuando llevaba agua a los manifestantes cerca de la UNI. Su frase agónica “me duele respirar” se convirtió en símbolo de una generación que exigía libertad.

Conrado Avendaño falleció en enero de 2023, víctima de un infarto. Fue presidente de la Asociación Madres de Abril (AMA) y uno de los rostros más visibles en la lucha contra la impunidad. Murió sin ver justicia por su hijo, pero dejando un legado de búsqueda incansable por justicia.

Susana López, madre de Gerald Vásquez, joven asesinado durante la Operación Limpieza del 13 de julio de 2018. Ese día, policías y paramilitares rodearon la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN-Managua) y atacaron con armas de guerra a los estudiantes que permanecían atrincherados desde mayo. Exiliada y marcada por la pérdida, Su testimonio forma parte del documental “Divina Misericordia: la batalla contra la impunidad”, producido por DaríoMedios Internacional, donde denuncia la masacre y exige que los responsables sean llevados ante la justicia internacional.

Una memoria que resiste

El tiempo ha pasado, pero el dolor no. Siete años después de la represión de abril, las familias de las víctimas siguen pagando el precio del silencio impuesto por el régimen. Algunas viven en el exilio, lejos de las tumbas de sus hijos; otras, dentro del país, sobreviven entre la vigilancia y el miedo.

Cada año, reaviva el compromiso de no olvidar. En Costa Rica, España, Estados Unidos y otros países donde sobrevivientes y familiares han encontrado refugio, se encienden velas, se levantan altares y se pronuncian nombres. Son pequeños santuarios de resistencia, donde las fotografías se mezclan con banderas azul y blanco, rosarios y lágrimas contenidas.

En esos espacios íntimos, el recuerdo se vuelve acto político: una forma de desafiar la impunidad y reafirmar la esperanza. Porque mientras las familias sigan encendiendo una vela y pronunciando un nombre, la memoria de los asesinados seguirá resistiendo al olvido y al intento del régimen Ortega-Murillo de borrar la historia.

Siete años después, la justicia sigue ausente

Nicaragua sigue esperando. Los responsables de las muertes, encarcelamientos y torturas de 2018 no han sido juzgados. Daniel Ortega y Rosario Murillo se mantienen en el poder, blindados por un aparato represivo que criminaliza la memoria.

Pero las voces de las víctimas y de sus familiares siguen resonando. Desde los cementerios, los exilios y los templos, Nicaragua repite un mismo clamor: “Justicia, verdad y no repetición.”

Max Jerez y su mamá Heidi Meza Torres (Q.E.P.D)

Álvaro Conrado Avendaño (Q.E.P.D) padre de “Alvarito” Conrado, Adolescente de 15 años, asesinado en las protestas de abril de 2018, falleció a causa de un infarto, sin ver justicia por la muerte de su hijo.

Susana López, madre del joven universitario Gerald Vásquez, asesinado durante la Operación Limpieza en UNAN-Managua, continúa exigiendo justicia desde el exilio. Su voz encarna la lucha de cientos de madres que no se rinden.