Una pesadilla viven miles de nicaragüenses en Estados Unidos quienes mañana sábado 5 de julio se encuentran al filo de un precipicio, luego de que Su Estatus de Protección Temporal (TPS) expira, y el silencio de Washington preocupa.

La esperanza de una vida digna , segura y en libertad está contra las cuerdas y la ansiedad se ha transformado en pánico. El TPS se aprobó por primera vez hace 25 años y ha sido renovado cada 18 meses desde los estragos del huracán Mitch en 1999.

Los aproximadamente 4,000 nicaragüenses beneficiarios del TPS ahora enfrentan la cruda realidad de perderlo todo: Permisos de trabajo, estatus legal, la capacidad de enviar remesas vitales a una Nicaragua económicamente asfixiada... todo pende de un hilo que puede romperse.

Mientras Honduras lucha por sus ciudadanos, la dictadura d Nicaragua observa cómodamente cómo los suyos se hunden. La presidenta hondureña, Xiomara Castro, se ha reunido con la Secretaria de Seguridad Nacional de EE. UU., Kristi Noem, rogando por la renovación del TPS para sus connacionales. ¡Y Noem ha prometido abogar por ellos ante el presidente Trump!

Dictadura guarda silencio

Pero para los nicaragüenses, no hay tal esperanza. La dictadura y la administración Trump no negocian. Mientras funcionarios estadounidenses realizan estaciones estratégicas en diferentes países centroamericanos, Nicaragua está prácticamente apartada.

Daniel Ortega y Rosario Murillo lejos de defender a sus compatriotas, ha optado por un silencio cómplice y ataques frontales contra Estados Unidos. Esta postura criminal ha dejado a los nicaragüenses en el limbo, sin voz, sin apoyo, y con la inminente amenaza de la deportación masiva.

La expiración del TPS sin una renovación confirmada no es solo un problema legal; es una tragedia para Familias enteras desgarradas, vidas construidas con esfuerzo destruidas de la noche a la mañana, y una ola de deportaciones que podría desestabilizar aún más a Nicaragua.