Rosario Murillo se declara perseguida por su fe y sus creencias esotéricas
La codictadora Rosario Murillo vuelve a hablar de "paz", mientras insulta a exiliados, demoniza a la oposición y persigue a la Iglesia en un discurso cargado de odio y disfrazado de espiritualidad.
ESCENARIO NACIONALNACIÓN
Darío Medios 6
4/24/20252 min read


En un nuevo episodio de su retórica autoritaria y mística, la esotérica Rosario Murillo, codictadora de Nicaragua, arremetió nuevamente contra los opositores y exiliados, y con particular saña, contra los cristianos y miembros de la Iglesia Católica, institución que su régimen ha perseguido de forma sistemática.
Murillo se valió de los supuestos resultados de una encuesta realizada por M&R Consultores —una encuestadora alineada a la dictadura y cuya credibilidad ha sido severamente cuestionada— para intentar presentar una imagen de aprobación popular que contrasta con la cruda realidad de represión, censura y persecución religiosa que impera en el país.
Con un tono altivo y burlón, se refirió a los miles de nicaragüenses que han huido del país desde la brutal represión de abril de 2018, diciendo que están “al otro lado del mundo”, mientras elude la responsabilidad del régimen por las más de 355 muertes documentadas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
Habla de prácticas diabólicas
En su discurso, Murillo no solo minimizó la tragedia nacional, sino que recurrió a un lenguaje cargado de odio y simbolismo religioso para demonizar a la oposición. Habló de “prácticas diabólicas” y acusó a los exiliados de ser responsables de “incendiar, torturar y quemar vivos” a compatriotas, afirmaciones no corroboradas por ninguna instancia judicial independiente. Irónicamente, su gobierno ha sido señalado repetidamente por aplicar métodos de tortura, detenciones arbitrarias y desapariciones forzadas.
Lo más alarmante fue su embestida contra los cristianos perseguidos y los sacerdotes desterrados por el mismo régimen que ella representa. “Ahora todos los que perseguían nuestra fe se declaran defensores de la fe cristiana”, dijo Murillo, en una declaración que omite deliberadamente el encarcelamiento, exilio forzado y hostigamiento de decenas de religiosos católicos por parte del Estado.
Durante la Semana Santa, mientras se prohibían procesiones, se expulsaban sacerdotes y se clausuraban templos, Murillo difundía mensajes religiosos cargados de cinismo. En su alocución de este miércoles, concluyó invocando la “fraternidad” y el “vivir como hermanos”, tras haber insultado, desacreditado y criminalizado a quienes piensan distinto o profesan la fe católica fuera del control estatal.
Usa resultados de encuesta para atacar a opositores
También intentó respaldar sus palabras con cifras inverosímiles: según la encuesta pagada por el régimen, el 98,1% de la población “respira paz” y el 81,7% aprueba la gestión de Ortega. Esto, pese a que más de 800 mil nicaragüenses han abandonado el país desde 2018, según datos de organizaciones de derechos humanos.
Murillo, con su habitual mezcla de autoritarismo y misticismo, parece decidido a continuar la represión bajo el disfraz de espiritualidad, mientras sofoca cualquier voz disidente, sea política o religiosa.
La paz que proclama no es más que un silencio impuesto por la fuerza, y su discurso, una afrenta al sufrimiento de un pueblo que sigue resistiendo desde el exilio, desde las parroquias perseguidas y desde cada rincón donde aún se alza la voz por una Nicaragua libre.
