Romantizando la pobreza y el sub empleo en Nicaragua
En un burdo ejercicio de propaganda política, un operario sandinista que trabaja en el área de relaciones públicas de la alcaldía de Managua, presentó en redes sociales, un reportaje que muestra la precariedad del Mercado Oriental. Pobreza, sub empleo y calles llenas de charcas y suciedad.
ESCENARIO NACIONALNACIÓNECONOMÍA
Darío Medios
6/18/20252 min read


En un burdo ejercicio de propaganda política, un operario sandinista que trabaja en el área de relaciones públicas de la alcaldía de Managua, presentó en redes sociales, un reportaje que muestra la precariedad del Mercado Oriental. Pobreza, sub empleo y calles llenas de charcas y suciedad.
El periodista sandinista, recuerda el popular nombre del Oriental, "El mercado que nunca duerme", mientras la cámara no entiende de maquillajes, entre charcas, baches y tramos improvisados con ripios, se adentra en lo que denomina las entrañas del mercado.
Su recorrido, realizado después de las 10 de la noche, muestra las labores de carga, hombres incluso muy jóvenes en la faena informal, sin prestaciones sociales, sin normas de seguridad, sin seguridad social alguna.
En el reportaje hay una narración que exalta el trabajo, pero deja descubiertas las condiciones de pobreza, el subempleo, la infraestructura deficiente y el subdesarrollo de esta zona comercial, una Nicaragua atrasada. Lejos de ocultar, el reportaje elaborados por un equipo de comunicación oficial intenta normalizar o incluso presentar como "progreso" realidades que en otros contextos serían señal de alarma.
Precariedad, sub empleo y falta de condiciones laborales dignas
Las imágenes, supuestamente destinadas a mostrar el dinamismo del comercio local, revelan de forma cruda la precariedad: entre lodo y retazos hay rostros de adolescentes develando condiciones de alta vulnerabilidad.
Las entrevistas incluidas en dicho material de difusión oficial, lejos de maquillar la situación, la confirman. Una mujer, con un testimonio que estremece, asegura que su jornada laboral en el mercado comienza a las 2 de la mañana y se extiende hasta las 11 de la noche, una extenuante rutina de casi 21 horas diarias que deja en evidencia la falta de condiciones laborales dignas y la desesperación por la subsistencia.
Otra entrevistada, con resignación, reconoce que sus ingresos apenas le permiten "ganar para comer", una declaración que subraya la persistencia del subempleo y la economía de subsistencia en el corazón de la capital nicaragüense.
Aunque la dictadura intenta mostrar la realidad y romantizar el trabajo informal como economía creativa, lejos de generar empatía o demostrar un avance, instrumentaliza la pobreza con fines propagandísticos.
Mientras, Daniel Ortega, en sus apariciones públicas cada vez menos frecuentes, evade la responsabilidad estatal de garantizar condiciones de vida dignas, empleo formal, infraestructura de calidad y un desarrollo equitativo.
Estas imágenes y testimonios, lejos de ser un motivo de orgullo para el oficialismo, deberían avergonzarles, un espejo de las consecuencias del modelo político y económico actual, que parece haber condenado a amplios sectores de la sociedad nicaragüense a la precariedad y subdesarrollo, expuesto por su propio equipo de comunicación.
