Régimen sandinista quiere eliminar las transmisiones religiosas de la Iglesia Católica
El régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo ha dado un nuevo paso en su cruzada represiva contra la Iglesia Católica en Nicaragua. Fuentes eclesiales confirmaron que una orden interna del Gobierno pretende cerrar completamente las redes sociales de las diócesis del país, prohibiendo la transmisión de misas, homilías y cualquier contenido pastoral.
RELIGIONESCENARIO NACIONALNACIÓN
Darío Medios
10/10/20252 min read


El régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo ha dado un nuevo paso en su cruzada represiva contra la Iglesia Católica en Nicaragua. Fuentes eclesiales confirmaron que una orden interna del Gobierno pretende cerrar completamente las redes sociales de las diócesis del país, prohibiendo la transmisión de misas, homilías y cualquier contenido pastoral.
La medida, que se ha comenzado a ejecutar de forma silenciosa, busca eliminar toda presencia digital de la Iglesia en un intento de controlar el mensaje espiritual que llega a los fieles. Según las mismas fuentes, la ofensiva se extiende hacia León y Chinandega, dos regiones con fuerte tradición evangelizadora y alta participación social.
“Quieren borrar la fe del espacio público, pero el pueblo sigue orando. Y eso no lo pueden censurar”, señaló un sacerdote consultado bajo anonimato.
Ataques sistemáticos a la Iglesia
El nuevo intento de censura digital se suma a una larga lista de agresiones contra la Iglesia Católica, que en los últimos años ha sido uno de los pocos espacios de resistencia moral frente al poder absoluto de Ortega y Murillo.
Desde 2018, sacerdotes han sido encarcelados, exiliados o silenciados, templos allanados y procesiones prohibidas. Las autoridades han amenazado a párrocos por orar “por Nicaragua” o por las víctimas de la represión. Ahora, el régimen apunta a apagar las voces religiosas también en el ámbito virtual.
La práctica de transmitir la Eucaristía por redes sociales —iniciada durante la pandemia— se ha convertido en un acto de fe y comunidad para miles de nicaragüenses, especialmente en zonas rurales o entre exiliados. Sin embargo, en las últimas semanas varios párrocos han recibido advertencias directas de funcionarios políticos para eliminar sus perfiles o restringir su contenido religioso.
Zonas bajo vigilancia y control
Diócesis como Jinotega, Matagalpa y Estelí también estarían bajo la mira del régimen. Estas regiones fueron bastiones del obispo Rolando Álvarez, símbolo de resistencia moral, encarcelado y luego desterrado por negarse a abandonar su misión pastoral.
En Matagalpa, muchas parroquias han optado por el silencio. En Jinotega, funcionarios del Ministerio del Interior han llegado a revisar permisos parroquiales, una táctica de intimidación recurrente que busca someter a los sacerdotes y debilitar la organización eclesial.
Imposición y control ideológico
Uno de los casos más recientes y alarmantes ocurrió en la parroquia San Felipe de León, donde el obispo auxiliar Monseñor Silvio Selva, reconocido por su cercanía al pueblo y su crítica al régimen, fue apartado de su labor pastoral. En su lugar, fue designado un sacerdote identificado como afín al orteguismo, quien ahora controla las actividades de la parroquia.
Aunque el cambio no ha sido explicado oficialmente, fuentes eclesiales lo interpretan como parte del plan de Rosario Murillo para “neutralizar” toda voz crítica dentro de la Iglesia, en un intento de imponer un control ideológico incluso en los templos.
La fe como resistencia
El ensañamiento contra la Iglesia revela la creciente paranoia del régimen, especialmente de Rosario Murillo, quien considera cualquier homilía un acto subversivo y cada sacerdote, una amenaza ideológica.
Sin embargo, la persecución parece reforzar la fe y la solidaridad del pueblo creyente, que sigue encontrando en la oración, la comunidad y la esperanza una forma de resistencia espiritual. “Rosario Murillo quiere borrar todo lo que le recuerde que hay una Nicaragua que no se le arrodilla”, dice un líder religioso. “Y la Iglesia sigue siendo esa voz que no se calla, aunque quieran apagarla”.
