Monseñor Carlos Herrera, Obispo de la Diócesis de Jinotega reapareció este domingo en una misa en Guatemala, donde pidió a los fieles orar para que los nicaragüenses puedan estar unidos en Nicaragua.

Herrera, quien es el presidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua, fue desterrado a Guatemala el 12 de noviembre, después que el 10 de noviembre fuera detenido por la Policía sandinista después que reprendiera al alcalde de Jinotega, Leonidas Centeno, por poner profanar la misa con bocinas con volumen alto cuando oficiaba la misa dominica en la catedral de esa diócesis.

Imagen Arzobispado de Guatemala / Cortesía

“Orar no solo por mí, sino por el pueblo de Nicaragua, para que un día podamos estar y vernos juntos como hermanos, y apropiarnos de nuestro lugar donde hemos nacido también”, dijo el obispo con una voz quebrada.

“Este es el año de la esperanza, y espero que la esperanza no me defraude, pues la fe que el Señor nos regala nos da fuerzas para seguir esperando que el futuro será mejor”, finalizó monseñor Herrera.

Las palabras del purpurado fueron recibidas con un aplauso emocionado de los fieles que participaron de la misa de la inauguración del Año Jubilar convocado por el Papa Francisco.

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Monseñor Herrera, tercer obispo encarcelado y desterrado de Nicaragua

Monseñor Herrera se convirtió en el tercer obispo encarcelado y desterrado de Nicaragua por el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, quienes mantienen una férrea persecución contra la Iglesia Católica y que ahora se ha extendido a los laicos.

Los obispos encarcelados y desterrados por la dictadura de Daniel Ortega son Monseñor Rolando Álvarez Lagos, Obispo de Matagalpa, Monseñor Isidoro del Carmen Mora Ortega, Obispo de Siuna y ahora Monseñor Carlos Enrique Herrera, Obispo de Jinotega.

En noviembre 2024, la ONG humanitaria Colectivo Nicaragua Nunca Más concluyó que la Iglesia Católica de Nicaragua sufre la peor represión de su historia bajo el régimen sandinista de Daniel Ortega y su esposa y vicepresidenta sancionada, Rosario Murillo.

“En Nicaragua no existe parangón alguno que iguale los niveles de represión contra la Iglesia Católica, así como evangélicos y otras expresiones religiosas”, señala el informe titulado Seis años de represión a la libertad religiosa en Nicaragua, cronología de abusos y violaciones a los derechos humanos contra integrantes de las Iglesias (2018-2024).

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