Desde que la embajada de Nicaragua acogiera al expresidente Ricardo Martinelli en la sede diplomática, las relaciones entre ambos países se han visto afectadas, pese a esta situación Jessica Yaoska Padilla, presentó sus cartas credenciales como embajadora ante el presidente panameño, José Raúl Mulino.

Padilla que en su momento fue miembro de la juventud Sandinista, también fungió como ministra de la Mujer en Nicaragua y embajadora en República Dominicana. La nueva embajadora entregó sus documentos, junto con los diplomáticos de otros ocho países: Rusia, Costa Rica, EE.UU, Uruguay, Corea del Sur, República Dominicana, Turquía y Portugal.

El discurso de la dictadura, criticando las acciones del gobierno panameño aun continua, luego de que el intento por sacar a Martinelli vía salvoconducto fracasara. La cancelación de ese viaje se debió a que el Gobierno nicaragüense pidió a Panamá aclarar una posible alerta roja de Interpol contra el exmandatario.

Distancia entre gobiernos se mantiene

En los primeros meses del año, las relaciones entre Panamá y Nicaragua han sido tensas: el intento fallido de Martinelli por viajar a Nicaragua a finales del pasado marzo subió el tono de la dictadura. Daniel Ortega y Rosario Murillo catalogaron la situación como una presunta trampa.

El régimen también recriminó a Panamá no respaldar a su candidato en el Sistema de la Integración Centroamericana SICA. Eso complicó aún más las relaciones entre ambos países Martinelli siguió refugiado en la embajada de Nicaragua en Panamá, donde lleva recluido desde hace más de un año.

Ademas el presidente panameño José Mulino ya se había mostrado reacio al Gobierno los dictadores nicaragüenses al señalar que ese país no tiene "ni Dios ni ley", además de enviar varias quejas oficiales a la embajada en Panamá por declaraciones de Martinelli.

Ricardo Martinelli tiene una condena con sentencia firme de 10 años de cárcel, por el delito de lavado de dinero, y se trata del tercer expresidente centroamericano requerido por la justicia y que la dictadura de Daniel Ortega le ofrece protección, después de los salvadoreños, Mauricio Funes, y Salvador Sánchez Cerén.