El orteguismo se sostiene con purgas internas y alianzas con Pekín

En el acto por el 46º aniversario del Ministerio del Interior, Daniel Ortega volvió a pedir “unidad” entre sus seguidores y a defender su alianza con China, en medio de purgas internas, denuncias de corrupción y señales de fractura dentro del oficialismo.

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DaríoMedios Internacional

11/10/20251 min read

Un discurso en clave de control

Durante su intervención, Ortega apeló a la “unidad” del Frente Sandinista y del pueblo nicaragüense, afirmando que el país debe mantenerse firme en el desarrollo de viviendas, hospitales y proyectos productivos. Sin embargo, sus palabras llegan en un momento de crisis interna: múltiples destituciones, renuncias forzadas y arrestos dentro de las instituciones del Estado reflejan una ola de purgas sin precedentes.

En las últimas semanas, han sido removidos jueces, policías y funcionarios con años de servicio, en lo que analistas interpretan como un intento del régimen por cerrar filas ante el creciente aislamiento internacional y la desconfianza dentro de su propio círculo de poder.

China, el nuevo salvavidas económico

Ortega también aprovechó el acto para exaltar su relación con la República Popular China, defendiendo los incentivos y privilegios otorgados a empresas chinas bajo la nueva Ley de Zonas Económicas Especiales, una normativa que exime a inversionistas del pago de impuestos y ofrece tarifas preferenciales de energía.

El mandatario insistió en que la cooperación con China es “una muestra de soberanía”, pese a que la ley ha sido duramente criticada por economistas y empresarios nacionales, quienes advierten que el país se encamina a una dependencia económica total de Pekín, en sustitución del mercado estadounidense.

Una dictadura que se blinda ante el colapso

El llamado a la unidad se interpreta como un intento de Ortega por reforzar su control político ante un escenario adverso: la posibilidad de ser excluido del tratado comercial CAFTA-DR, las denuncias internacionales por crímenes de lesa humanidad y el colapso del sistema fiscal.

Mientras el régimen se blinda, el discurso oficial promete estabilidad y prosperidad. Sin embargo, los hechos muestran lo contrario: Nicaragua enfrenta un creciente aislamiento diplomático, una economía sostenida por remesas y una población cada vez más empobrecida.

El mensaje de Ortega es claro: unidad no como signo de fuerza, sino como señal de miedo dentro de un poder que comienza a resquebrajarse.