Ortega y Murillo refuerzan alianzas con Rusia e Irán en medio de aislamiento internacional

El régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo intensifica su estrategia de alianzas con gobiernos cuestionados por la comunidad internacional, en un intento por sortear el creciente aislamiento diplomático que enfrenta Nicaragua. Este sábado, el canciller sandinista Denis Moncada sostuvo un encuentro en Nueva York con su homólogo ruso, Serguéi Lavrov, como parte de la agenda paralela que el oficialismo desplegó durante la Asamblea General de Naciones Unidas.

ESCENARIO NACIONALNACIÓNPOLÍTICA

Darío Medios

9/28/20253 min read

El régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo intensifica su estrategia de alianzas con gobiernos cuestionados por la comunidad internacional, en un intento por sortear el creciente aislamiento diplomático que enfrenta Nicaragua. Este sábado, el canciller sandinista Denis Moncada sostuvo un encuentro en Nueva York con su homólogo ruso, Serguéi Lavrov, como parte de la agenda paralela que el oficialismo desplegó durante la Asamblea General de Naciones Unidas.

La reunión, transmitida en parte por medios estatales, fue presentada como un gesto de “fraternidad” entre Moscú y Managua. Lavrov felicitó a Moncada por su ratificación en el cargo y recalcó el “carácter estratégico” de la relación bilateral, que históricamente ha incluido cooperación en seguridad y entrenamiento militar en suelo nicaragüense.

La delegación nicaragüense, que también integró el embajador ante la ONU, Jaime Hermida, sostuvo además conversaciones preliminares con representantes iraníes, con el objetivo de alinear posiciones en foros multilaterales. Teherán, al igual que Moscú y Managua, enfrenta sanciones y señalamientos por violaciones a los derechos humanos y por desafiar normas internacionales, lo que sitúa a estos regímenes en una misma órbita de intereses.

Diplomacia de supervivencia

El uso de la cumbre anual de la ONU como escenario para fortalecer alianzas con Rusia e Irán evidencia la llamada “diplomacia de supervivencia” de Ortega y Murillo. Ante la falta de reconocimiento en Occidente y el cerco de sanciones impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea, el oficialismo busca respaldo en potencias autoritarias que comparten la necesidad de contrarrestar presiones internacionales.

Analistas señalan que la estrategia del régimen no responde a una agenda de desarrollo para Nicaragua, sino a la urgencia de blindar a su élite política y militar frente a posibles procesos de rendición de cuentas en instancias internacionales. La firma de pactos de cooperación y “protección mutua” con Rusia ha sido interpretada como un mecanismo de impunidad, más que como una política de beneficio para la población.

Aislamiento compartido

El acercamiento con Moscú se produce en un contexto de sanciones sin precedentes contra Rusia tras la invasión a Ucrania en 2022, que restringieron su acceso a mercados y tecnología, obligando al Kremlin a estrechar lazos con gobiernos no alineados.

De manera paralela, el régimen sandinista sigue pagando el costo de la represión de 2018, que dejó cientos de muertos y miles de exiliados. Las más recientes medidas del Tesoro estadounidense han golpeado a sectores clave como la minería de oro y entidades ligadas a la cooperación militar rusa en Managua.

Los informes de expertos de la ONU han documentado cómo la represión del orteguismo trasciende fronteras, con la cancelación de nacionalidades y la persecución a opositores en el exilio, lo que ha agravado su condición de paria regional.

Fragilidades expuestas

Aunque Ortega insiste en presentarse como un actor con apoyos internacionales sólidos, las alianzas con Moscú, Teherán o Pekín también exponen las fragilidades de estos vínculos. Son regímenes que comparten economías golpeadas por la corrupción, la falta de inversión y el aislamiento externo.

En el caso de Nicaragua, la dependencia de remesas familiares y exportaciones limitadas contrasta con la retórica de “resistencia antiimperialista”. Mientras tanto, Rusia enfrenta un declive en su influencia global, marcado por las sanciones occidentales y la prolongación de la guerra en Ucrania.

Las reuniones en la ONU confirman que Ortega y Murillo apuestan a un bloque de autocracias como tabla de salvación, en una dinámica que los aísla aún más del mundo democrático y acentúa el costo político y económico para Nicaragua.