Ortega y Murillo exponen a nicaragüenses en ensayo experimental de vacuna rusa

El régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo anunció que Nicaragua participará en los ensayos clínicos de la vacuna rusa Teromix, un fármaco experimental contra el cáncer que aún se encuentra en fase uno y que no cuenta con aval de organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS), la FDA de Estados Unidos ni la Agencia Europea de Medicamentos (EMA).

ESCENARIO NACIONALNACIÓN

Darío Medios

10/2/20252 min read

El régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo anunció que Nicaragua participará en los ensayos clínicos de la vacuna rusa Teromix, un fármaco experimental contra el cáncer que aún se encuentra en fase uno y que no cuenta con aval de organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS), la FDA de Estados Unidos ni la Agencia Europea de Medicamentos (EMA).

El anuncio fue realizado el pasado 24 de septiembre por la vicepresidenta Rosario Murillo, quien informó que el país formará parte del proceso de investigación desarrollado por la Federación Rusa. Sin embargo, el régimen no aclaró si los nicaragüenses serán simples observadores o sujetos de prueba, lo que ha encendido alarmas dentro y fuera del país.

Riesgos de la fase uno

Expertos advierten que la fase uno de ensayos clínicos es la más riesgosa, ya que se trata del primer contacto de un medicamento con seres humanos, después de pruebas en animales. En esta etapa se evalúa únicamente la seguridad y tolerancia, por lo que los efectos secundarios desconocidos son altamente probables y las posibilidades de éxito a largo plazo son mínimas.

La vacuna rusa ha sido promocionada como “preventiva”, aunque en realidad funciona como un tratamiento experimental para pacientes ya diagnosticados con cáncer. Hasta ahora, no existe evidencia científica sólida que respalde su eficacia ni su seguridad.

Opacidad y falta de supervisión

Ni el Ministerio de Salud (MINSA) ni el Centro Nacional de Biotecnología (SENAVI) han publicado información oficial sobre cómo se implementarán los ensayos clínicos en Nicaragua. Tampoco hay constancia de que exista un comité ético independiente que supervise el proceso, como lo establecen los estándares internacionales de investigación médica.

Este secretismo aumenta la preocupación sobre la posibilidad de que ciudadanos nicaragüenses sean utilizados como “conejillos de indias” en un ensayo clínico con fuertes riesgos para la salud y sin garantías de protección.

Una decisión política, no científica

La participación de Nicaragua en este proyecto parece responder más a la dependencia política del régimen Ortega Murillo del Kremlin que a una estrategia científica o sanitaria. El anuncio se enmarca en la búsqueda de alianzas internacionales con regímenes autoritarios como Rusia, Irán y China, en medio del aislamiento diplomático que enfrenta Nicaragua.

Mientras tanto, el oficialismo celebra el acuerdo como un “logro científico”, cuando en realidad compromete la salud, seguridad y dignidad de la población nicaragüense, que nunca fue consultada sobre esta decisión.