La maquinaria de purgas dentro del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo sigue su curso, y esta vez alcanzó a una de las figuras más veteranas del oficialismo: Albaluz Torres, exministra del Trabajo, quien fue apartada definitivamente del círculo de poder sandinista.

Según un acuerdo presidencial publicado este lunes en La Gaceta, Diario Oficial, Torres fue destituida como representante de los empleadores del sector público ante el Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS), un cargo que mantenía tras dejar el Ministerio del Trabajo.

En su lugar, el régimen designó a Johana Vanessa Flores Jiménez, actual ministra del Trabajo y figura cercana a Rosario Murillo, en una maniobra que evidencia la intención del binomio gobernante de consolidar el control absoluto sobre los principales entes del Estado.

Torres, quien ocupó la cartera laboral desde enero de 2017 hasta el pasado 15 de agosto de 2025, había sido separada oficialmente por “motivos de salud”. Sin embargo, medios independientes informaron en ese momento que su salida obedecía a una estrategia del régimen para desmantelar las redes de influencia vinculadas a Lenin Cerna, histórico operador político del sandinismo que ha caído en desgracia ante Murillo.

Ofensiva de Rosario Murillo por afianzar el control total del aparato estatal.

La exclusión de Torres no fue un hecho aislado. Junto a ella también fueron removidos el viceministro José Enrique Espinosa Peña y el secretario general del Ministerio del Trabajo, José León Argüello. Rosario Murillo confirmó los cambios en su habitual intervención a través de medios oficialistas, anunciando que Johanna Flores, entonces ministra de la Familia, asumiría la cartera laboral.

La destitución y posterior marginación de Albaluz Torres del INSS marca su salida definitiva del aparato institucional sandinista, donde por años fue una pieza funcional del engranaje de poder. Analistas consideran que este movimiento forma parte de una nueva fase de depuración interna impulsada por Murillo, dirigida contra aquellos cuadros considerados no incondicionales o leales a estructuras paralelas al poder de la vicepresidenta.

Con la caída de Torres, se amplía la lista de funcionarios históricos apartados del régimen en los últimos meses, en una ola de reacomodos políticos y purgas silenciosas que confirman el endurecimiento del control personalista de Rosario Murillo sobre el Estado nicaragüense.