Ortega prometió acabar con la pobreza en 16 años; lleva 20 en el poder y Nicaragua sigue entre los países más pobres de América
“Si yo hubiera tenido 16 años en el poder, Nicaragua sería otra: habría abundancia de empleo, de oportunidades, de libertad, de democracia y sobre todo desarrollo económico”, prometía Ortega en aquel entonces, apelando al voto de los más pobres. Hoy, a las puertas de cumplir 20 años consecutivos en el poder, el balance dista mucho de sus palabras: Nicaragua sigue siendo el segundo país más pobre del continente, superado solo por Haití.
ESCENARIO NACIONALNACIÓN
Darío Medios
9/1/20252 min read


Un video rescatado de las campañas electorales de Daniel Ortega vuelve a exponer la contradicción entre su discurso político y la realidad que vive Nicaragua tras casi dos décadas bajo su mandato. En esas declaraciones, Ortega acusaba a los gobiernos de los años 90 y principios de los 2000 de ser “inútiles e ineficientes” por no haber eliminado la pobreza en 16 años de gestión.
“Si yo hubiera tenido 16 años en el poder, Nicaragua sería otra: habría abundancia de empleo, de oportunidades, de libertad, de democracia y sobre todo desarrollo económico”, prometía Ortega en aquel entonces, apelando al voto de los más pobres. Hoy, a las puertas de cumplir 20 años consecutivos en el poder, el balance dista mucho de sus palabras: Nicaragua sigue siendo el segundo país más pobre del continente, superado solo por Haití.
Un camino despejado que no aprovechó
A diferencia de sus predecesores, Ortega recibió un país con condiciones relativamente favorables: la deuda externa había sido reducida gracias a la iniciativa para Países Pobres Altamente Endeudados (HIPC), y durante varios años contó con una millonaria cooperación venezolana que inyectó recursos sin precedentes en la economía nacional.
En contraste, gobiernos anteriores, como el de Violeta Barrios de Chamorro, tuvieron que administrar un país devastado por la guerra, con una inflación descontrolada de más del 13,000% y con deudas internas y externas impagables.
Sin embargo, Ortega, lejos de traducir esos recursos en desarrollo sostenible, consolidó un sistema de control autoritario mientras la pobreza y el desempleo siguen siendo el pan de cada día para millones de nicaragüenses.
Promesas incumplidas y viejas prácticas
El mandatario también había asegurado que en un nuevo gobierno no se repetirían los errores de su primera dictadura en los años 80, como las confiscaciones, la persecución religiosa o la represión política. Dos décadas después, la realidad muestra lo contrario: el régimen Ortega-Murillo ha reinstalado la persecución a la Iglesia, la represión sistemática contra opositores y la acumulación de riqueza obscena por parte de su familia.
Mientras el pueblo vive en condiciones precarias, los hijos de la pareja presidencial exhiben lujos: Juan Carlos Ortega comprando canales de televisión por millones de dólares, Camila Ortega asistiendo a pasarelas de moda en el extranjero y la familia construyendo mansiones valoradas en cifras millonarias.
Lo que alguna vez Ortega presentó como una alternativa para “darle trabajo, empleo y dignidad a los pobres”, terminó derivando en un régimen que concentra el poder y la riqueza en manos de una familia. Analistas y críticos señalan que la pareja presidencial encarna lo que en otras latitudes se denomina la “izquierda caviar”: un discurso anti-capitalista en lo público, pero una vida de opulencia en lo privado.
A casi 20 años de promesas incumplidas, la pregunta sigue siendo la misma que en aquellos viejos discursos: ¿hasta cuándo deberán esperar los pobres de Nicaragua para dejar de vivir en la miseria?
