En una medida sin precedentes en la diplomacia nicaragüense, el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo anunció este martes que Nicaragua contará con dos ministros de Relaciones Exteriores. Un decreto presidencial, firmado por ambos dictadores, designó a Valdrack Jaentschke y Denis Moncada como cotitulares de la Cancillería.

“Tenemos dos ministros de Relaciones Exteriores, Denis y Valdrack, que nos representan con la seriedad, la firmeza, la coherencia, la consistencia de nuestras posiciones frente al mundo”, afirmó Murillo. El decreto no detalla las razones de este inusual nombramiento, que primero fue divulgado por el portal oficialista El 19 Digital y más tarde en el diario oficial La Gaceta.

División de poder y aislamiento internacional

El exembajador nicaragüense ante la OEA, Arturo McFields, interpretó la medida como una muestra de desconfianza interna. “Moncada de uno u otro modo representa a Ortega y Valdrack representa a Murillo. Ninguno de los dos es realmente canciller, porque carecen de capacidad para diseñar una política exterior”, dijo a la AFP.

Analistas consideran que esta decisión refleja las pugnas de poder en la cúpula sandinista y ocurre en un momento de creciente aislamiento internacional del régimen, sancionado y señalado por graves violaciones a los derechos humanos.

Valdrack Jaentschke, de 66 años y originario de Bluefields, fue nombrado canciller en 2024 tras la salida de Moncada. Tiene una larga trayectoria diplomática y ha ocupado distintos cargos en gobiernos sandinistas.

Denis Moncada, de 76 años, fue ministro de Relaciones Exteriores entre 2017 y 2024. Actualmente se encontraba en Nueva York representando a Nicaragua en la Asamblea General de la ONU cuando se anunció su retorno al cargo.

Murillo afianza su rol

Diversos sectores sostienen que estas decisiones refuerzan el proceso de transición anticipada del poder de Ortega hacia Murillo, quien en los últimos años ha consolidado su papel como figura central en el Ejecutivo.

Ortega, de 79 años, y Murillo, de 74, gobiernan Nicaragua desde 2007 bajo acusaciones de instaurar una “dictadura familiar”. Tras las protestas de 2018, en las que murieron más de 300 personas según la ONU, el régimen intensificó la represión y el control absoluto de las instituciones.

Con este movimiento, la política exterior nicaragüense se alinea aún más con el esquema de poder compartido entre los dos mandatarios, aunque expertos advierten que podría profundizar la confusión y el aislamiento diplomático del país.