En un escenario económico marcado por la volatilidad y la incertidumbre, la inflación se ha convertido en un tema central para Nicaragua. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) ha advertido que el Banco Central de Nicaragua (BCN) deberá restringir aún más la masa monetaria si desea alcanzar su meta inflacionaria para 2024. Esta meta, que se sitúa en un rango de entre 3.5 % y 4.5 %, contrasta con la inflación registrada en años recientes, la cual cerró en 11.6 % en 2022 y en 5.6 % en 2023. Al cierre de agosto de 2024, la inflación acumulada alcanzó un 2.53 %, lo que sugiere que el control de la inflación sigue siendo un desafío constante para las autoridades económicas del país.
Según economistas consultados por diversos medios de comunicación independientes, el BCN enfrenta un camino estrecho para controlar la inflación, ya que las opciones disponibles son limitadas. Juan Sebastián Chamorro, exviceministro de Hacienda y Crédito Público, explicó que en términos de política cambiaria, poco se puede hacer dado que el córdoba se ha estabilizado con una tasa de deslizamiento cero. “Una política fiscal restrictiva podría reducir la presión inflacionaria y disminuir el gasto, especialmente en la planilla del Estado”, mencionó Chamorro, sugiriendo que estas son las únicas alternativas que el régimen tiene para enfrentar la inflación.
Enrique Sáenz, otro economista, subrayó que el BCN ya ha optado por restringir el dinero circulante, lo que ha generado consecuencias en varios sectores de la economía. La paridad de la tasa de cambio entre el córdoba y el dólar ha afectado negativamente a las remesas, los pensionados de la Seguridad Social y los exportadores, entre otros. Asimismo, el aumento en las tasas de interés, con los bancos ofreciendo entre un 10 % y un 12 % por la adquisición de bonos, encarece el crédito y puede frenar la inversión. Además, la restricción del gasto público, como parte de un programa de compactación que podría superar los 300 millones de dólares en ahorro, según las recomendaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), podría tener un impacto directo en la población.
Sáenz también destacó las posibles consecuencias sociales de estas medidas, advirtiendo que la restricción monetaria y fiscal podría llevar a la “cero oportunidades de empleo, disminución en las prestaciones del Estado, y estancamiento o disminución de los salarios”. Esto podría agravar la situación de vulnerabilidad en un país donde, según encuestas recientes, persisten altos niveles de hambre, a pesar de los programas gubernamentales.
Factores clave
Las remesas han sido un factor crucial en la economía nicaragüense, influyendo en la demanda agregada y, por ende, en la inflación. Según Chamorro, el incremento de las remesas ha sido uno de los motores de la demanda, aunque no se ha reflejado en un aumento de la oferta de bienes y servicios, lo que podría explicar en parte el aumento de precios.
Sin embargo, la oferta agrícola ha mostrado signos de contracción. Según el Plan Nacional de Producción, Consumo y Comercio, el sector agrícola experimentó una disminución acumulada del 3.8 % en 2023, afectando la producción de granos básicos como frijoles, maíz y arroz, así como otros cultivos importantes como el café y el ajonjolí. Esta reducción en la producción agrícola, combinada con un estancamiento en la creación de empleo y una disminución en los salarios reales, ha exacerbado la situación inflacionaria, con la demanda impulsada principalmente por las remesas.
La política monetaria y la canasta básica
El Banco Central de Nicaragua ha señalado que la inflación ha mostrado signos de desaceleración, aunque a un ritmo moderado, debido a la persistencia de factores externos que continúan presionando los precios de los alimentos y servicios conexos. En agosto, el costo de la canasta básica experimentó una reducción de 460 córdobas, situándose en 20,559 córdobas, según datos revisados por Darío Medios Internacional. Este descenso fue impulsado principalmente por una disminución en el costo de algunos alimentos como los frijoles y el aceite. No obstante, otros productos, como la carne de res, continuaron mostrando un aumento en sus precios.
A nivel internacional, la inflación también ha mostrado una tendencia a la baja, aunque aún por encima de los rangos meta. Esto impacta a Nicaragua, especialmente a través de las importaciones, que han visto una moderada reducción en algunos precios de alimentos. Sin embargo, como advirtió el Banco Mundial en un reciente informe, la inseguridad alimentaria sigue siendo un problema crítico en Centroamérica, y los elevados precios de los alimentos continúan exacerbando la situación.
Es así como Nicaragua enfrenta un desafío significativo en su esfuerzo por controlar la inflación, con opciones limitadas y riesgos considerables. La restricción de la masa monetaria, el manejo de las tasas de interés y la reducción del gasto público son medidas necesarias pero potencialmente dolorosas, que podrían tener un impacto directo en la población y en la economía en su conjunto. Las remesas, aunque vitales para mantener la demanda, también plantean desafíos en términos de control inflacionario, especialmente en un contexto de contracción agrícola y estancamiento en la creación de empleo. Con la economía global mostrando signos de desaceleración, Nicaragua deberá navegar cuidadosamente para evitar una mayor presión inflacionaria y proteger a su población de los efectos adversos de estas políticas.