Nicaragua a las órdenes del Kremlin: un pacto militar sin precedentes con Rusia
El régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo está a punto de formalizar un pacto militar sin precedentes con Rusia que convertirá a Nicaragua en un enclave estratégico de Moscú en el hemisferio occidental. Este acuerdo, ya aprobado por el Kremlin y a la espera de ser rubricado por el régimen nicaragüense, incluye compromisos inéditos en materia de inteligencia militar, reorganización interna del Ejército, adiestramiento en combate y un despliegue de "especialistas" rusos en territorio nicaragüense para realizar "acciones conjuntas".
ESCENARIO NACIONALNACIÓN
Darío Medios
7/5/20253 min read


El régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo está a punto de formalizar un pacto militar sin precedentes con Rusia que convertirá a Nicaragua en un enclave estratégico de Moscú en el hemisferio occidental.
Un acuerdo al que tuvo acceso el medio DESPACHO 505 revela una alianza profunda y alarmante entre el Ministerio de Defensa ruso y la Comandancia General del Ejército de Nicaragua, que incluye dotación de armamento, intervención directa del aparato militar ruso y control operativo sobre las fuerzas armadas nacionales.
Este acuerdo, ya aprobado por el Kremlin y a la espera de ser rubricado por el régimen nicaragüense, incluye compromisos inéditos en materia de inteligencia militar, reorganización interna del Ejército, adiestramiento en combate y un despliegue de "especialistas" rusos en territorio nicaragüense para realizar "acciones conjuntas".
La cesión de soberanía disfrazada de cooperación
Lo que en el discurso oficial podría presentarse como un “acuerdo de cooperación” es, en los hechos, una entrega sin precedentes de soberanía militar. Según el documento filtrado, Rusia no solo suministrará armas y entrenará a tropas nicaragüenses, sino que tendrá capacidad para impulsar reformas estructurales dentro del Ejército, reorganizar la gestión militar diaria y participar incluso en tareas de control interno, lo que plantea serias implicaciones para la seguridad y los derechos civiles en el país.
El pacto prevé la llegada de buques y aeronaves militares rusas al país de manera regular y sin restricciones, así como el establecimiento de una relación militar de largo plazo que podría incluir bases o instalaciones permanentes. Con esto, Nicaragua se alinea firmemente al eje geoestratégico de Vladimir Putin, en un momento de creciente tensión global.
La sombra del avión presidencial ruso
La evidencia más visible de este acercamiento se materializó esta semana con la llegada secreta de un avión presidencial ruso, un Ilyushin Il-96 operado por el escuadrón especial Rossiya, directamente desde Caracas.
La aeronave, utilizada exclusivamente por altos funcionarios del Kremlin, aterrizó en Managua sin anuncio oficial ni explicación por parte del régimen, en medio de un reforzamiento del vínculo militar con Moscú. Se trata de un modelo equipado con sistemas de mando y comunicación estratégicos, lo que sugiere la presencia de funcionarios de alto nivel en una misión sensible.
De acuerdo con registros de tráfico aéreo, la aeronave hizo una escala previa en La Habana y tiene previsto salir hacia Matanzas, Cuba, cerrando así un itinerario que conecta tres de los aliados más cercanos de Rusia en América Latina: Venezuela, Cuba y Nicaragua.
Este pacto con Managua se da en paralelo a la inauguración en Venezuela de una planta de producción de municiones para fusiles Kalashnikov, parte de una estrategia más amplia del Kremlin para afianzar su presencia militar en la región. Aunque no se ha confirmado una conexión directa con el misterioso vuelo a Nicaragua, el contexto es claro: Rusia avanza rápidamente en su consolidación como actor militar directo en América Latina, utilizando gobiernos autoritarios como el de Ortega-Murillo como cabeza de playa.
Una alianza peligrosa para la región
Mientras la comunidad internacional ha condenado el deterioro de la democracia y los derechos humanos en Nicaragua, Ortega y Murillo responden con un giro aún más autoritario: permitir que una potencia extranjera, actualmente enfrentada a Occidente y sancionada por crímenes de guerra, opere y controle parte de la estructura militar del país.
Este pacto compromete la seguridad regional y podría tener implicaciones a largo plazo no solo para Nicaragua, sino para toda Centroamérica, al permitir la expansión de un brazo operativo del Kremlin en una zona históricamente bajo la esfera de influencia estadounidense.
En silencio y sin transparencia, el régimen ha allanado el camino para que Nicaragua se convierta en la avanzada militar de Rusia en el continente. Un paso más hacia el aislamiento internacional, y otro clavo en el ataúd de la soberanía nacional.
