Monseñor Báez alerta: “Las dictaduras simulan flexibilidad cuando tiemblan de miedo”

En el I Domingo de Adviento, el obispo exiliado llamó a despertar de la indiferencia, mantenerse en resistencia ética ante los antivalores y no dejarse engañar por dictaduras que simulan apertura mientras mantienen la opresión.

ESCENARIO NACIONALNACIÓN

DaríoMedios Internacional

11/30/20253 min read

El obispo auxiliar de Managua, monseñor Silvio José Báez, celebró este domingo la misa del I Domingo de Adviento en la parroquia Santa Ágata de Miami, en un mensaje profundamente espiritual, pero a la vez lúcidamente político y social. Desde su exilio forzado, el prelado articuló un llamado a la esperanza, a la vigilancia interior y a la resistencia moral frente a los regímenes autoritarios que marcan el presente de Nicaragua y de amplias regiones del continente.

A lo largo de más de veinte minutos, Báez entrelazó el lenguaje litúrgico del Adviento con una lectura crítica de la realidad contemporánea, recordando que la fe cristiana exige vigilancia, discernimiento, responsabilidad histórica y compromiso con la justicia.

Un Adviento para despertar: “Corremos el riesgo de vivir adormecidos”

Monseñor Báez inició su homilía recordando que “Adviento” significa llegada, presencia, venida. Es, dijo, el tiempo litúrgico para renovar la certeza de que Dios está cerca, que Cristo viene al encuentro de su pueblo y que su presencia transforma la historia.

Sin embargo, advirtió que el mundo actual vive una peligrosa tentación:
la de instalarse en la comodidad, la apatía y la superficialidad, sin percibir la acción de Dios ni los signos de los tiempos.

“Podemos estar como adormecidos y no ser capaces de percibirlo”, afirmó, señalando que la rutina, el desgaste interior y el peso de las preocupaciones pueden volver ciega a una sociedad entera.

Recordó el ejemplo evangélico de la generación de Noé, que vivía ocupada en lo inmediato sin advertir lo esencial:
“Comían, bebían, trabajaban… y cuando menos lo esperaban, el diluvio los sorprendió”.

Ese riesgo, advirtió, sigue vigente: vivir distraídos, renunciar a los ideales, cargar sueños rotos y conformarse con una existencia sin profundidad.

“Preguntémonos si estamos viviendo como deberíamos y qué cosas importantes estamos descuidando”, subrayó ante la asamblea.

La vigilancia que exige el Evangelio: una resistencia espiritual y social

En una de las reflexiones más fuertes, Báez explicó que velar mandato central del Adviento no es simplemente permanecer atentos en sentido espiritual, sino asumir una postura ética de resistencia ante los antivalores que dominan la sociedad moderna.

“Estar en vela es no dejarnos modelar por un mundo egoísta, materialista y violento”, afirmó.

La vigilancia cristiana, dijo, implica:

  • resistir la indiferencia ante el dolor,

  • no ceder ante el miedo o la represión,

  • no callar frente a la injusticia,

  • informarse con seriedad,

  • reflexionar con otros,

  • y tomar decisiones responsablemente, especialmente quienes ejercen liderazgo.

El Adviento, explicó, educa el deseo de un mundo nuevo y alienta la esperanza incluso en medio de la oscuridad.

“Es tiempo de despertar la rebeldía del corazón frente a los sistemas opresores.”

Advertencia a los regímenes autoritarios: “No nos dejemos engañar”

Monseñor Báez dedicó un mensaje frontal a las dictaduras que intentan mostrarse flexibles o benevolentes sin modificar su naturaleza represiva.

“Mientras no devuelvan al pueblo todas las libertades, siguen siendo poderes ilegítimos”, afirmó con claridad.

Llamó a no dejarse engañar por gestos calculados que buscan mejorar la imagen internacional de los regímenes autoritarios, sin restituir derechos ni permitir la vida democrática.

“Despertemos”, insistió, aludiendo directamente a aquellas autoridades políticas que pretenden aparentar apertura, mientras persisten en controlar, perseguir y silenciar a sus ciudadanos.

Este llamado, aunque sin nombrar países específicos, resonó profundamente entre los fieles nicaragüenses exiliados que llenaron el templo.

Adviento como tiempo de esperanza activa: “Dios no se conquista, se acoge”

En la parte final de la homilía, Báez invitó a mirar el Adviento como un tiempo de consuelo, de sanación y de gratitud.
Recalcó que Dios no abandona a su pueblo, ni siquiera en medio de crisis políticas, exilios, persecuciones o incertidumbres.

“No somos nosotros quienes escalamos hacia el cielo; es Dios quien desciende por amor”, dijo.

Reconoció que el futuro puede parecer oscuro, que las tareas por delante son inmensas, y que la historia contemporánea muestra tensiones, retrocesos y heridas profundas.
Pero afirmó con firmeza que la vida del creyente se sostiene en una promesa:
“El Señor está cerca.”

“El cristiano vigila no desde el miedo, sino desde la esperanza explicó.
Todo es un signo del Dios-con-nosotros, todo es caricia del Dios que no abandona a su pueblo.”

La homilía concluyó con la invocación litúrgica del Adviento:
“¡Ven, Señor Jesús!”