Lenín Cerna suelto y peligroso para murillo.
La dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo ha entrado en una nueva fase de inestabilidad. La fuga de Lenín Cerna, una de las figuras más siniestras y temidas del sandinismo histórico, ha encendido todas las alarmas en el círculo de poder gobernante. La persecución desatada por Murillo contra antiguos aliados del Frente Sandinista ha tomado un giro inesperado, al toparse con un rival con capacidad y determinación para devolver el golpe desde las sombras.
ESCENARIO NACIONALNACIÓN
Darío Medios
8/4/20253 min read


La dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo ha entrado en una nueva fase de inestabilidad. La fuga de Lenín Cerna, una de las figuras más siniestras y temidas del sandinismo histórico, ha encendido todas las alarmas en el círculo de poder gobernante. La persecución desatada por Murillo contra antiguos aliados del Frente Sandinista ha tomado un giro inesperado, al toparse con un rival con capacidad y determinación para devolver el golpe desde las sombras.
Lenín Cerna, exjefe de la temida Seguridad del Estado en los años 80, no es un enemigo cualquiera. Su historial lo vincula a operaciones de espionaje, represión interna y desapariciones forzadas durante el primer gobierno sandinista. Fue entrenado en técnicas de inteligencia, guerra irregular y desestabilización en la antigua Unión Soviética y en Cuba, lo que lo convierte en un operador letal con amplia experiencia.
A diferencia de otros caídos en desgracia por órdenes de Murillo —como Humberto Ortega, asesores presidenciales y generales retirados— Cerna no fue capturado. Su huida, facilitada presuntamente por contactos dentro de las fuerzas armadas, representa un revés humillante para Rosario Murillo, quien ha desplegado una intensa cacería para capturarlo. Según fuentes extraoficiales, ya se han emitido órdenes estrictas a la Policía y al Ejército para su localización inmediata.
Un viejo odio personal y político
Más allá de la dimensión operativa, la fuga de Cerna tiene una carga emocional y política profundamente personal para Murillo. Ambos han sido rivales históricos dentro del FSLN. Cerna nunca aceptó el creciente protagonismo de Murillo en el poder, ni su papel como heredera designada por Ortega. De hecho, varios testimonios señalan que el exjefe de seguridad tenía su propio plan de sucesión: esperar la muerte de Ortega y arrebatarle el poder a Rosario.
Este conflicto latente estalló públicamente en 2011, cuando Murillo lo destituyó de forma humillante de su cargo en la Secretaría del Frente Sandinista. Desde entonces, Cerna ha sido marginado, pero no olvidado por la vieja guardia revolucionaria, que aún le guarda respeto —o miedo— por su papel en los años duros de la revolución.
Ahora, con la salud de Ortega visiblemente deteriorada y su ausencia prolongada de la vida pública, Cerna reaparece como una amenaza real a la autoridad de Murillo. La posibilidad de que organice un movimiento interno, con apoyo de antiguos cuadros del sandinismo y contactos internacionales, no es descartada.
Una amenaza con base social dentro del FSLN
El mayor peligro para Murillo es que Cerna no está solo. Aunque para amplios sectores de la sociedad nicaragüense representa un símbolo del terror estatal, dentro de la militancia sandinista tradicional sigue siendo visto como un "héroe revolucionario". Su figura aún despierta lealtades entre sectores del partido que ven con recelo la transformación del FSLN en un instrumento personalista del poder de Murillo.
Este respaldo interno es lo que más teme la codictadora. La fuga de Cerna podría catalizar un proceso de fragmentación dentro del FSLN, generando fisuras que deriven en una crisis de gobernabilidad. Fuentes cercanas al partido señalan que el aparato de inteligencia de Murillo ya investiga posibles “traiciones” en el Ejército y la Policía, ante la sospecha de que su plan de captura fue filtrado.
La tensión interna se multiplica en un contexto de creciente desgaste del régimen, aislamiento internacional y represión sistemática. Mientras tanto, Daniel Ortega permanece desaparecido de la escena pública, sin pronunciar palabra ni aparecer en actos oficiales, lo que alimenta aún más las conjeturas sobre el vacío de poder en la cúpula.
¿Un pulso entre dos monstruos?
La confrontación entre Rosario Murillo y Lenín Cerna representa algo más que una lucha por el poder: es el choque de dos figuras que han forjado su influencia en las sombras, mediante el control, la represión y la manipulación. Pero ahora, el equilibrio se rompe y Nicaragua asiste a un nuevo capítulo de su crisis política, donde incluso los monstruos del pasado resurgen para disputar el control de un régimen que ya no logra ocultar su fragilidad.
Todo indica que la historia del sandinismo se escribe hoy con sangre y traiciones internas. Y mientras la dictadura se desangra desde adentro, la sociedad nicaragüense observa con horror cómo los viejos verdugos se enfrentan por el botín del poder.
