Lenin Cerna prófugo, se le escapa a Rosario Murillo

Cerna no dudó que Murillo iría tras él. La noticia fue confirmada por Divergentes, el medio reveló que la Policía ocupó su casa después de que Cerna, junto a su esposa Marisol Castillo, se diera a la fuga para evitar la misma suerte que Bayardo Arce, que enfrenta su propia pesadilla, lo persigue el mismo régimen al que sirvió.

ESCENARIO NACIONALNACIÓNPOLÍTICA

Darío Medios

7/31/20252 min read

El exjefe de la Seguridad del Estado, Lenin Cerna, burló los controles de Rosario Murillo y huyó de su casa antes de ser capturado por la codictadora. Cerna no dudó que Murillo iría tras él. La noticia fue confirmada por Divergentes, el medio reveló que la Policía ocupó su casa después de que Cerna, junto a su esposa Marisol Castillo, se diera a la fuga para evitar la misma suerte que Bayardo Arce, que enfrenta su propia pesadilla, lo persigue el mismo régimen al que sirvió.

La detención de Arce ha desatado el pánico entre la vieja guardia sandinista, quienes son percibidos como una amenaza por la implacable vicepresidenta. Según el medio independiente, "Las luces de su casa [de Cerna] están apagadas desde el lunes" 28 de julio. Una fuente anónima detalló a Divergentes que "está escondido y cuando llegaron a buscarlo ya no lo encontraron. Se fugó al ver la intervención contra Bayardo".

Este movimiento de Cerna, sancionado por Estados Unidos, es una señal de que la purga de Murillo está alcanzando a figuras que, aunque se suponían leales a Daniel Ortega, chocan directamente con su agenda de poder y su plan de sucesión dinástica. Junto a Cerna, Francisco “Chico” López Centeno, tesorero del Frente Sandinista, también estaría en la mira.

Desde la Seguridad del Estado, en 1980, Cerna comenzó a dirigir las persecuciones contra todas las personas que fueron opuestas al sandinismo, especialmente a aquellas que se creía podían convertirse en contrarrevolucionarios.

A Cerna fue unos de los jefes militares vinculados al crimen conocido como la Navidad Roja, un operativo donde 64 civiles fueron asesinados, otros 13 torturados y 15 más desaparecidos. El karma llegó. Rosario Murillo está dispuesta a encarcelarlo. Las diferencias entre Cerna y Murillo no son nuevas. La huida de Cerna y la detención de Arce demuestran que, para Rosario Murillo, el sandinismo histórico no es un activo, sino un estorbo que está decidida a eliminar.

Rosario Murillo acelera purga de viejos cuadros del Frente Sandinista

La co-dictadora, quien ya controla la mayor parte del aparato estatal y partidario, busca desmontar cualquier estructura de poder que no le sea completamente leal. Figuras históricas del sandinismo, algunas de ellas claves en la consolidación del régimen durante los años más represivos, han comenzado a ser marginadas, vigiladas o apartadas del círculo cercano. El mensaje es claro: nadie está a salvo, ni siquiera quienes ayudaron a cimentar la dictadura.

El temor se extiende también entre los actuales colaboradores de la cúpula orteguista. Funcionarios que hasta hace poco eran considerados intocables, hoy caminan con cautela. Una palabra fuera de lugar, una decisión equivocada o una sospecha de deslealtad puede bastar para caer en desgracia. Murillo no perdona errores ni vacilaciones, y ha tejido un sistema de vigilancia interna basado en el miedo y la delación. El riesgo de una purga alcanza incluso a ministros, alcaldes y operadores políticos que han sido pilares de su modelo represivo.

Todo esto forma parte del plan de sucesión que Murillo parece estar ejecutando sin rodeos. Ante el evidente deterioro físico de Daniel Ortega, la vicepresidenta y primera dama no solo se prepara para asumir el control total del régimen, sino también para garantizar un eventual traspaso del poder a su hijo, Laureano Ortega Murillo. En ese escenario, eliminar cualquier liderazgo interno que pueda representar una amenaza a la dinastía familiar se vuelve un paso indispensable. La dictadura se reinventa, pero el costo para sus propios operadores se vuelve cada vez más alto.