Lenín Cerna: la fiera oscura del sandinismo que terminó acorralada

Durante décadas, Lenín Cerna fue el hombre más temido de la inteligencia nicaragüense. Su figura se movía en las sombras, entre conspiraciones y previsiones, como un depredador que parecía intocable. Pero hoy, el que fuera considerado “la fiera” de la revolución, huye de un laberinto construido por él mismo.

ESCENARIO NACIONALNACIÓN

Darío Medios

8/11/20252 min read

Durante décadas, Lenín Cerna fue el hombre más temido de la inteligencia nicaragüense. Su figura se movía en las sombras, entre conspiraciones y previsiones, como un depredador que parecía intocable. Pero hoy, el que fuera considerado “la fiera” de la revolución, huye de un laberinto construido por él mismo.

Su caída en desgracia se inició en 2011, con una humillación pública orquestada por Rosario Murillo, entonces primera dama. Ese año, Cerna fue desalojado de El Carmen, núcleo del poder sandinista. Periodistas intentaron registrar el episodio, pero él, fiel a su carácter esquivo y desconfiado, evitó dar declaraciones, protegido por un cordón de escoltas.

No sería la única afrenta. En un acto del 19 de julio, Cerna fue visto intentando acceder a la tarima principal, donde se ubicaban los allegados de Daniel Ortega. Al no figurar en la lista de invitados, abandonó el lugar en silencio. Aquella escena marcó el inicio visible de su ocaso: su poder se había evaporado.

Un hombre previsor y conspirador

Cerna siempre concedió entrevistas bajo condiciones controladas y solo a medios oficialistas, evitando cualquier pregunta sobre las acusaciones que lo perseguían: violaciones a los derechos humanos, torturas, desapariciones y crímenes cometidos durante la década de 1980, cuando dirigía la temida Dirección General de la Seguridad del Estado (DGSE).

Entre las denuncias más graves figuran su supuesta participación en el asesinato de Pablo Emilio Salazar, “Comandante Bravo”, en 1979; vínculos con la organización terrorista ETA; y su implicación en el atentado contra Edén Pastora. Luis Fley, exjefe de la contra, lo recuerda como un torturador sin escrúpulos.

Su nombre también está ligado a la operación “Navidad Roja” (1981-1982), donde comunidades miskitas fueron desalojadas y víctimas de asesinatos y desapariciones forzadas; y a la trampa contra el sacerdote Bismarck Carballo, obligado a desnudarse en la vía pública. Años después, se le atribuyó la autoría intelectual del asesinato de Anastasio Somoza Debayle en Paraguay, un hecho que Cerna reivindicó como “ajusticiamiento”.

Sancionado por EE.UU

En 1999, minimizó todas las acusaciones, diciendo que si defender a sus “hermanos de lucha” era un crimen, estaba dispuesto a asumirlo. En 2022, el Departamento del Tesoro de EE.UU. lo sancionó por su rol en la represión, las torturas y los asesinatos cometidos entre 2007 y 2018, congelando sus activos y prohibiendo transacciones con entidades estadounidenses.

Hoy, Lenín Cerna es una “fiera” herida y sin refugio. Traicionado por sus propios aliados, reducido al silencio y sin el poder que lo protegía, el otrora jefe de las sombras está acorralado, enfrentando un final que nunca imaginó.