Laureano Ortega, el heredero dinástico que se exhibe en el podio de las autocracias mundiales
Lejos de un acto meramente protocolario, la participación de Laureano Ortega como representante de Nicaragua muestra la voluntad del régimen de alinearse abiertamente con un bloque de naciones enfrentadas a Estados Unidos y a las democracias occidentales.
ESCENARIO NACIONALNACIÓNPOLÍTICA
DaríoMedios
9/4/20252 min read


La conmemoración del 80º aniversario de la victoria china sobre Japón se convirtió en algo más que un desfile militar en Beijing: fue una demostración de fuerza autoritaria encabezada por Xi Jinping y acompañada por Vladimir Putin y Kim Jong Un.
En medio de ese escenario cargado de simbolismo geopolítico apareció Laureano Ortega Murillo, hijo del dictador nicaragüense Daniel Ortega y de Rosario Murillo, consolidándose como el rostro internacional de la dinastía familiar.
Lejos de un acto meramente protocolario, la participación de Laureano Ortega como representante de Nicaragua muestra la voluntad del régimen de alinearse abiertamente con un bloque de naciones enfrentadas a Estados Unidos y a las democracias occidentales.
La presencia del hijo presidencial en la tribuna junto a líderes acusados de violaciones masivas de derechos humanos y agresiones militares revela un riesgo creciente para la estabilidad internacional: Nicaragua busca legitimidad acercándose a los regímenes más represivos del planeta.
El heredero del totalitarismo
En los últimos meses, Laureano Ortega ha pasado de asesor a protagonista central de la política exterior del régimen. La dictadura ya le otorgó plenos poderes para firmar acuerdos con territorios ocupados por Rusia, evidenciando que su papel trasciende el de un simple emisario. Su aparición en Beijing confirma lo que dentro y fuera del país se da por hecho: el “príncipe heredero” del sandinismo ha sido ungido como sucesor del poder absoluto.
La participación de Nicaragua en este desfile, cerrado al público y diseñado para proyectar poder, envía un mensaje directo: el régimen Ortega-Murillo se inscribe en la nueva arquitectura autoritaria global. La posibilidad de que China consolide presencia militar e infraestructura estratégica en las costas nicaragüenses, sumada al respaldo explícito a Rusia y Corea del Norte, convierte al país centroamericano en un punto de tensión geopolítica en el hemisferio occidental.
Nepotismo convertido en política de Estado
El hecho de que sea el hijo del matrimonio presidencial quien encabece estas delegaciones internacionales refleja la deriva dinástica de Nicaragua. El nepotismo se institucionalizó como política de Estado: mientras el régimen sofoca voces críticas en el país, Laureano se codea con los dictadores más poderosos del planeta en busca de legitimidad y blindaje internacional.
La inserción de Nicaragua en esta red autoritaria no solo aísla aún más al país en el escenario internacional, sino que eleva la preocupación de los vecinos de la región. Con la apertura a proyectos militares chinos y su creciente cercanía con Moscú y Pyongyang, el régimen Ortega-Murillo se perfila como un actor desestabilizador en Centroamérica, con implicaciones directas para la seguridad de todo el continente.
